Madrid acogerá a más de 15.000 jóvenes llegados de todo Europa para participar en el 41º Encuentro Europeo de Taizé, promovido por la comunidad ecuménica monástica francesa fundada por el hermano Roger Schutz en 1940. En estas cifras se mueven los organizadores de esta cita que tendrá como centro la oración, pero también multitud de talleres que buscan convertirse en un foro de encuentro para promover la interculturalidad y la paz entre los cristianos del viejo continente.
Con el pabellón 4 de Ifema como epicentro donde se recreará el ambiente de la iglesia de la Reconciliación de la comunidad monástica francesa, el resto de actividades se distribuirán por toda la ciudad. Aunque se recomienda inscribirse para una mejor organización, todas y cada una de las iniciativas del programa, son gratuitas y están abiertas a todo el público.
La capital española fue elegida por la comunidad religiosa a propuesta del cardenal arzobispo Carlos Osoro que la ofreció como sede y que encontró una respuesta positiva en el hermano Alois, prior del monasterio que presidirá la cita.
“Juan Pablo II presentó Taizé como una fuente a la que vas, sacias tu sed y vuelves al camino”, reflexiona el hermano Pedro sobre esta iniciativa que se traslada durante unos días a España: “Taizé no es un movimiento ni buscar crear una estructura de movimientos. Es una comunidad monástica que invita a los jóvenes a tener una experiencia y se les envía a trasladar lo vivido a su Iglesia local, a su vida concreta, integrándose en la parroquia”.
“Estamos muy agradecidos tanto a Osoro como a la alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, que nos están ayudando tanto en materia de infraestructuras como en transportes”, asegura el hermano John, que está al frente de la organización del encuentro junto a un grupo de religiosos y religiosas y un equipo de 15 jóvenes laicos llegados desde distintos puntos de Europa desde el pasado mes de octubre.
Tal es la implicación del Consistorio madrileño que, en breve la regidora madrileña hará suya la propuesta a través de una rueda de prensa con Osoro. “Carmena ha mostrado una gran generosidad, poniendo incluso a disposición los viveros para que contemos con plantas para las distintas actividades”, apostilla el redentorista José Miguel de Haro, colaborador de Taizé.
“No todos los jóvenes que vienen son creyentes, sino que sus propios amigos les invitan porque ven que quieren ponerse en camino”, explica el hermano Pedro sobre los participantes en la cita, convencido de que “estamos ante una generación inquieta y que buscan la interioridad. Son sensibles a temas concretos como la ecología, simplemente hay que desempolvarlos para poder descubrir lo que hay detrás, lo que hay dentro”.
De entre los 15.000 peregrinos, el grupo más numeroso, amén de los españoles, serán los 3.000 polacos, seguido de los ucranianos. “El camino es largo especialmente a los ucranianos, porque vienen desde allí en autobús, lo que muestra un gran interés por su parte”, reconoce John.
Para el hermano Jasper este respaldo de los jóvenes de Ucrania es reflejo de “un interés por sentirse Europa. A menudo, tienen la sensación de que nadie se preocupa de ellos y de su realidad y por eso buscan estar presente en estas citas. En los 90, después de la apertura de los países del Este, Taizé se convirtió en un globo de oxígeno de encuentro con otros jóvenes cristianos europeos. Ahora hay mucha movilidad, pero aun así se mantiene la necesidad de encontrarse con personas diferentes, con quienes compartir cultura, espiritualidad…”.
Durante la rueda de prensa, los organizadores del encuentro hicieron un nuevo llamamiento a las parroquias y familias madrileñas para acoger a los 8.000 jóvenes que vienen de fuera. De momento se han volcado más de 150 parroquias, pero se necesitan más. Aunque siempre queda la posibilidad de acogerlos en colegios y salones parroquiales, el objetivo prioritario es la integración en hogares, también las comunidades religiosas. “El encuentro se convierte en una oportunidad para dinamizar las parroquias, depende más de la actitud del párroco. Incluso si no hay jóvenes, precisamente es un momento para sembrar una semilla y crear un dinamismo nuevo”, explica De Haro.
El hermano Pedro recuerda que también en Valencia, donde el encuentro se celebró hace tres años, también contaron con dificultades iniciales de acogida. “Sin embargo, se solventó en una semana, cuando hicimos el llamamiento a través de los medios”, confía.