El Prado, la gran pinacoteca, cumple dos siglos. Desde 1819 es el referente de la memoria de la pintura europea y, por supuesto, española hasta el siglo XIX. “Es el icono de la cultura española y un objeto de orgullo colectivo”, proclama Javier Portús, comisario de la exposición ‘Museo del Prado 1819-2019. Un lugar de memoria’. Pero el Prado es, singularmente, una gran institución que acoge, defiende y difunde la pintura religiosa: “Es un lugar de memoria también en la medida de que una proporción importante de la pintura que expone el Prado es religiosa, sobre todo la anterior a Goya –añade–. Y eso tiene mucho que ver con lo que ha sido la realidad del país durante varios siglos, en cuanto país católico en el que el arte ha tenido una función devocional y primordial”.
Portús, por ello, afirma también que el Museo del Prado se puede visitar “como un gran depositario de esa historia de la fe”. No en vano reúne el conjunto más importante del patrimonio religioso español. “Aunque es difícil de calibrar en la medida de que nuestras catedrales, como la de Sevilla o Toledo, son verdaderos grandes museos de arte religioso, y no solo de pintura –manifiesta a Vida Nueva–. Pero en términos numéricos y de importancia histórico-artística, el Prado sí tiene un patrimonio más numeroso y, en el que, además, abundan las obras maestras más que en cualquier otro lugar con pintura religiosa en España”.
El Museo de la Trinidad
Entre sus más de ocho mil obras, un altísimo número son religiosas. “No tenemos estadísticas, aunque sí se pueden hacer algunas consideraciones. Por ejemplo, en las Colecciones Reales, que es el núcleo inicial del Museo del Prado, la proporción de pintura religiosa no era muy alta. Era importante, pero no era más alta que la de retratos o las de pintura mitológica. Había espacios religiosos, pero evidentemente también otros en los que se perseguía, por ejemplo, la representación del poder”. La cifra en el entonces Museo Real de Pinturas y Esculturas crecerá considerablemente en 1868. “El primer gran aporte de pintura religiosa al Museo del Prado llega con el Museo de la Trinidad, que se creó a partir de la desamortización de 1836 en Madrid, en el antiguo convento de la Trinidad. Y que, con motivo de la revolución de 1868, se une al Prado y aporta a sus fondos cerca de 1.500 obras, en su gran mayoría religiosas”.
Es el origen de la gran colección de El Greco, o de las obras de Pedro Berruguete, Vicente Carducho o Juan Bautista Maíno. “En cualquier caso, la presencia del tema religioso en las colecciones del Prado anterior al siglo XIX es extraordinaria. Si hablamos de pintura española –continúa el comisario–, se puede decir que la pintura medieval que está en el Prado es mayoritariamente religiosa, que la pintura renacentista también lo es, que la pintura barroca igualmente lo es, aunque ya comienzan a aparecer con fuerza otros géneros, como el retrato o la naturaleza muerta. Mientras que en el siglo XVIII, la relación entre obra religiosa y de otros temas se va equilibrando. Respecto a pintura extranjera, como la mayoría llega a través de las Colecciones Reales, es mucho más variada en cuanto a sus temas”.