José María Gil Tamayo ya es obispo de Ávila. El hasta hace unas semanas secretario general de la Conferencia Episcopal recibió la ordenación episcopal durante la eucaristía celebrada esta mañana en la catedral abulense de El Salvador. Presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, la eucaristía estuvo concelebrada por otros seis cardenales, once arzobispos y 45 obispos, además del nuncio del Papa en España, Renzo Frantini.
Junto a ellos, le acompañaban templo decenas de sacerdotes, religiosos -con la presidenta y el secretario general de Confer, al frente-, cientos de fieles y autoridades civiles, con el alcalde de Ávila, José Luis Rivas Herández, a la cabeza.
La celebración tuvo que ser interrumpida durante algo más de media hora por el infarto sufrido por el un primo de Gil Tamayo lo que obligó a intervenir en el templo a los servicios sanitarios para su posterior traslado a un centro hospitalario. El suceso tuvo lugar justo antes de que el nuevo obispo recibiera la mitra y el báculo de manos del cardenal Blázquez. En sus palabras finales, el prelado se refirió al suceso, señalando cómo “la cruz también forma parte de la vida”. “Os pido sobre todo una oración por mi primo Manuel, ya habéis visto lo que ha pasado”, añadió el prelado, que fue respondido con un sonoro aplauso por los presentes en la catedral.
En su homilía, Blázquez animó a Gil Tamayo a dar un “vuelco en las relaciones entre autoridad y ciudadanos” tal y como hizo Jesús en “su vida, su misión y su muerte”. Así, le instó a vivir “relaciones no mundanas sino evangélicas: el primero será como el último y el que preside será el servidor de todos”. “Podemos decir con el Papa que Jesucristo introdujo la ‘revolución’ del servicio”, defendió el presidente del Episcopado, que calificó de “lección sorprendente y original”.
También en referencia al lema episcopal elegido por el nuevo prelado –“No he venido a ser servido, sino a servir”-, le invitó a tener “la autoridad del servicio según ha escrito el Papa Francisco” y a promover la sinodalidad, “que significa hacer camino juntos laicos, pastores y obispos, cada uno a la escucha de los demás y todos a la escucha del Espíritu Santo”.
Así, presentó esta autoridad del servicio como “un test de autenticidad” frente al “autoritarismo” que “rompe la fraternidad”. “La palabra ‘obispo’ significa vigilante y guardián, no espía y controlador, es el que custodia diligentemente y acompaña con atención vigilante”, recordó Blázquez, que invitó a Gil Tamayo a ser “el buen pastor” que “ante los peligros no huye” sino que “arriesga la propia vida” por la oveja perdida, “a buscar a los alejados y acercarnos a los discípulos que defraudados bajan a su pueblo con aire entristecido, distanciándose de la comunidad”.
El también arzobispo de Valladolid se dirigió a Gil Tamayo como un “querido amigo” y “colaborador eficaz y fiel en la Conferencia Episcopal” al que le explicó que “la provincia está actualmente muy despoblada y envejecida”. Aun así, Blázquez subrayó que “no ha perdido nobleza: sus gentes son sobrias y leales, largas en obras grandes y cortas en contarlas”.
Tras la ordenación episcopal, José María Gil Tamayo pronunció sus primeras palabras como obispo de Ávila, con agradecimiento especial,entre otros, para su familia, sus paisanos extremeños que le acompañaron en la ceremonia, los trabajadores de la Conferencia Episcopal y al arzobispo emérito de Badajoz, Antonio Montero. “Estoy ilusionado y feliz de estar entre vosotros. Mi primera actitud y propósito es de entrega generosa a vuestro servicio”, comenzó en una alocución en la que adelantó que “no traigo ningún programa preconcebido porque tengo primero que escucharos a vosotros”.
Sin embargo, sí presentó la exhortación Evangelii Gaudium como “una hoja de ruta que hago mía plenamente para esta hora de nuestra vida eclesial como una nueva etapa evangelizadora”. Esta identificación plena con el papa Francisco con citas constantes a su magisterio, le llevó a comprometerse “a no caer en la tentación de una Iglesia autorreferencial”, sino a “salir al encuentro de los hombres y mujeres”. De hecho, aseguró que iniciará esta misión “con respeto a las convicciones y creencias de los demás, a la libertad, pero a la vez sin complejos ni reduccionismos acomodaticios, con la exigencia del respeto exquisito al derecho a la libertad religiosa”.
Así, defendió la presencia del hecho religioso en la vida pública como parte de “la genética cultural de nuestro pueblo”. “No podemos resignarnos a esterilizar su fuerza apostólica en un cristianismo de bajo perfil, de creyentes y no practicantes, carente de compromiso apostólico”, defendió, para reiterar a renglón seguido que las obras de la Iglesia “han de ser no solo confesionales sino también confesantes en la vida social”.
De esta manera, criticó “una confesionalidad laica militante con derivadas políticas se quiere marginar a Dios, el hecho religioso, especialmente el católico, ante la pasividad de no pocos cristianos” a quienes acusó de resignarse a vivir su fe “como algo sólo privado e intimista sin musculo social y público, sin afán apostólico”.
Aterrizando en la realidad abulense, el nuevo obispo también mostró su preocupación por la despoblación y el envejecimiento “ante los que no podemos resignarnos pasivamente” y destacó la entrega de la Iglesia abulense en materia educativa, a favor de los jóvenes y de la familia.
No quiso obviar Gil Tamayo en este primer discurso la lacra de los “pecados y delitos” relacionados con los abusos sexuales en la Iglesia. Se trata de la primera vez que un obispo español entona un ‘mea culpa’ en su toma de posesión por esta cuestión. “Pedimos perdón y trabajamos en su erradicación y prevención”, señaló el nuevo obispo, que mostró su apoyo a los sacerdotes que trabajan “de forma fiel, abnegada y ejemplar” a la vez que lamentó que se quiera “extender injustamente un velo de sospecha” sobre el clero. “¡Gracias hermanos sacerdotes!”, sentenció, un gesto que fue acogido con un aplauso.
Visiblemente emocionado, pidió un aplauso para una de las obras más reconocidas y reconocidas en Ávila, la llamada Casa Grande dedicada al acompañamiento de niños con necesidad especiales. “No es propaganada, esto es lo que hace la Iglesia por la sociedad”, exclamó correspondido por una ovación: “Por el volumen de ayuda social que presta a la sociedad española, la Iglesia se constituiría como la tercera comunidad autónoma del país”.
Al comenzar la celebración, el nuncio reconoció la labor realizada por el ya obispo emérito abulense, Jesús García Burillo, al subrayar su “siembra espiritual” en la diócesis, “sabiendo es el Señor quien la hace fructificar”. A la vez, aplaudió el trabajo de Gil Tamayo en la Casa de la Iglesia con una “sentida gratitud por el cuidado ejercicio de su cargo como secretario general de la Conferencia Episcopal”.
Así, Fratini destacó del nuevo prelado “las cualidades que el Santo Padre ha considerado prometedoras”, entre ellas su “talante misionero” y su “espíritu de docilidad”. A partir de ahí, le animó precisamente a pastorear la nueva diócesis con la impronta de “una Iglesia misionera, como pide el papa Francisco”. “En palabras de Santa Teresa de Jesús, es tiempo de caminar”, le animó el enviado papal.