El anterior portavoz de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, escribe en el último número de La Civiltà Cattolica un artículo titulado ‘Hacia el encuentro episcopal sobre la protección de los menores’. En él, reclama que el encuentro de todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo con el papa Francisco, en febrero, sea un auténtico motor de cambio en la lucha contra la pederastia eclesial.
Calificando la cita como “un acontecimiento sin precedentes que pretende dar un fuerte impulso a nuevos y urgentes avances”, el jesuita demanda una perspectiva global e integral, pues considera equivocado pensar que se trata de “un problema mayoritariamente occidental, americano o anglófono”, sino que es una amenaza para toda la Iglesia universal. Y lo peor es que “todavía está latente” y puede tener “erupciones dramáticas en el futuro”.
Enfrentarse a la realidad
Con todo, la principal llamada de Lombardi a los obispos es a no obviar su responsabilidad ni a mirar para otro lado: “Tenemos que enfrentarnos a la realidad”. Una realidad que, desgraciadamente, conlleva miles de víctimas de los abusos sexuales por parte de consagrados en numerosos países. Y frente a la que no se puede, sin más, pasar página: “A veces, incluso en los círculos eclesiásticos se oye decir que es hora de cambiar de tema, que no está bien dar demasiado peso a esto o que la cuestión es exagerada”.
Un “camino equivocado”, lamenta, pues queda en gran parte de la sociedad la “indefendible” imagen de que “las autoridades eclesiásticas han ocultado la verdad para evitar los escándalos, descuidando la gravedad de los sufrimientos de las víctimas”.
Y es que, si la cuestión “no se trata a fondo en sus diversos aspectos, la Iglesia seguirá enfrentándose a una crisis tras otra”, la credibilidad de los sacerdotes quedará “herida” y se verá gravemente afectada “su misión de anuncio evangélico y de trabajo educativo con los niños y jóvenes”.
Más rigor en la selección de los sacerdotes
De cara a encontrar soluciones profundas que reviertan esta crisis, Lombardi reclama que se pongan más “cuidado y rigor” en los procesos de “selección y formación de los candidatos al sacerdocio”. Una vez que el daño está hecho y estalla un caso de abusos, el único camino a seguir es el de la “transparencia” y la “cooperación con las autoridades civiles”.
En la parte final de su escrito, el jesuita valora que fue Benedicto XVI quien, ya desde su época al frente de Doctrina de la Fe, fue el que empezó a combatir con fuerza la lacra de la pederastia eclesial. Un proceso en el que Francisco ha ido más allá y con audacia, como representa el hecho de que “ya no habla simplemente de abuso sexual, sino también de poder y conciencia”. Si se quiere desterrar de raíz este mal, eso sí, debe comprometerse todo el Pueblo de Dios para que y “todas las formas de clericalismo sean combatidas con decisión”.