“Poner los órganos y servicios de la Conferencia Episcopal en estado de revisión, conversión y misión en el 50º aniversario de su inauguración, haciendo de las Comisiones y Secretariados hogar, escuela y taller de comunión y corresponsabilidad”. Esta era una de la principales propuestas del Plan Pastoral 2016-2020 de la Conferencia Episcopal Española (CEE). De hecho, una comisión formada por varios obispos, junto con el secretario general del Episcopado, se puso aquel mismo año 2016 a dar los primeros pasos para su concreción. Y ahora, el borrador con sus propuestas acaba de ser aprobado en la Asamblea Plenaria del pasado noviembre “con una mayoría muy holgada, con apenas tres o cuatro votos en contra”, según reconoce un obispo a Vida Nueva.
Estos cambios, “que recogen el espíritu sinodal del papa Francisco”, tienen un aspecto muy destacado y novedoso en el mayor papel que jugarán las 14 provincias eclesiásticas. De hecho, en las Plenarias se reservará un tiempo específico para que puedan intervenir sus metropolitanos, que, además, formarán parte, de manera automática, de una remozada Comisión Permanente, algo que ahora solo sucedía cuando el arzobispo no había sido elegido para presidir ninguna comisión episcopal.
Este mayor peso de las provincias afectará a la estructura del Comité Ejecutivo, que pasará a denominarse Consejo de Presidencia y que se verá ampliado hasta la decena de miembros –“para que sea más participativo”–, uno de ellos, un segundo vicepresidente que será elegido por los metropolitanos. Asimismo, se creará un Consejo de Cardenales que asesorará a la Presidencia.
También la Permanente viene con cambios sustanciosos. Así, los metropolitanos formarán parte de ella, pero no así los presidentes de las comisiones episcopales, como sucedía hasta ahora. Estos –que seguirán siendo obispos– participarán de las labores y responsabilidades de la Permanente cuando la materia en estudio tenga que ser tratada por este importante órgano de gobierno eclesial.