A causa de los permanentes abusos de los que son víctimas las comunidades indígenas por parte de miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales, de grupos irregulares de la guerrilla y del hampa común, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) en Venezuela junto al Consejo Misionero Nacional de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) denunciaron esta situación a través de un comunicado a la opinión pública reproducido en la cuenta de Twitter @CEVmedios.
Jonny Eduardo Reyes, obispo del Vicariato apostólico de Puerto Ayacucho y presidente de la Comisión Episcopal de misiones, indígenas y afrodescendientes, y José Ángel Divasson, obispo emérito del Vicariato apostólico de Puerto Ayacucho y presidente de la REPAM Venezuela repudiaron los hechos de violencia vividos por “nuestros hermanos del Pueblo Pemón en Canaima, en el estado Bolívar, y los graves acontecimientos sucedidos en la comunidad de Picatonal en el estado Amazonas”.
El último hecho de sangre ha ocurrido el pasado sábado 8 de diciembre, y cobró la vida de Charlie Peñaloza Rivas, de la comunidad indígena de Canaima, dejando heridos a otros dos indígenas de la etnia Pemón. Ante esto, la Iglesia expresó enérgicamente: “¡Basta de irrespeto a los indígenas! Los indígenas son tan venezolanos como cualquier otro venezolano”.
Irrespeto sistemático a los derechos de los indígenas
“El irrespeto no es nuevo, sino que se viene dando constante y sistemáticamente, a pesar de las leyes existentes”, se afirma en el comunicado, agregando que “el indígena es de naturaleza pacífica y da siempre muestras de paciencia, pero se ha venido cargando de indignación y rabia, ante las continuas formas de irrespeto a sus más elementales derechos”.
Son muchos los problemas que afectan a las poblaciones indígenas de los territorios del sur del río Orinoco, en donde “la minería ilegal, con todas sus prácticas asociadas, de contrabando de gasolina, prostitución, contaminación, violencia armada y organizada, y mafias económicas, genera un ambiente de profunda degradación humana”.
Desde la REPAM y el Consejo Misionero Nacional se denuncia que la situación se torna más grave aún “cuando las propias autoridades que deben poner un límite y control a las actividades ilícitas, pareciera que las aúpan y algunos de sus miembros hasta participan en ellas de modo abierto e irrespetuoso”.
Desarrollo en favor del medio ambiente
La pobreza y el abandono son factores que obligan a los indígenas “a participar en acciones que destruyen y socavan su dignidad” frente a la voracidad de la minería ilegal y el contrabando. Por ello los obispos hacen un llamado a acabar con estas actividades para “promover en aquellos territorios formas de desarrollo menos agresivas contra el medio ambiente y contra la dignidad de los pueblos que los habitan”.
En un mensaje de aliento a los indígenas de comunidades cristianas y a los misioneros, piden anunciar la Buena Nueva para todos los pueblos. Es imperativo exigir “justicia y respeto a todos los hermanos indígenas, especialmente para con aquellos que sufren el peso de la exclusión y el irrespeto continuo, así como con los que viven el dolor por la pérdida de sus familiares”.
Juzgar a los responsables
Los prelados condenan la violencia de Estado que “maltrata la dignidad de los pueblos indígenas y les arranca vidas por el afán de dominio territorial y de aprovechamiento ilícito de las riquezas de esas tierras ancestrales.”
Ante esto solicitan a las autoridades competentes que “se haga luz sobre las acciones de violencia sucedidas en Canaima y en otras zonas indígenas del país, y se juzgue a los responsables” e invocando la protección de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, piden por una nación en paz donde todos tengamos lugar.