Migueli define su música como “espiritual, con valores” y, sobre todo, “con ganas de transmitir”. Bajo estas premisas, retoma algunos temas propios para lanzar su nuevo disco, ‘Migueli en Libertad, 8‘, un famoso local madrileño en el que se han dado cita innumerables cantautores.
Con él, este artista con más de dos décadas dedicadas a la concienciación y la reflexión por medio de la música, buscaba “una grabación muy de verdad, muy sencilla pero en la que se ensalzasen las cosas que veo importantes después de tantos años, de querer ayudar por medio de la música”.
PREGUNTA.- Su nuevo trabajo fue grabado en Libertad, 8, ¿qué quería transmitir con un disco en directo?
RESPUESTA.- Que el público, que la gente que tengo delante sea lo que me mueva. No quiero ser el tipo de músico que prepara una gira y durante año y medio hace el mismo concierto. Tengo la suerte de tocar mucho en cárceles, centros de rehabilitación, parroquias, centros juveniles, y también para niños y ancianos, por lo que, según a quién tengo delante puedo saber lo que les va a venir bien. Lo que tengo delante es lo más importe para mí y eso es lo que quería transmitir con el disco. Por otra parte recupero algunos temas como es el caso de ‘Como las arenas’. En él se pone de manifiesto que el mundo mejora porque hay gente que no para de crear, de ayudar, de crear, de querer, de pensar cosas para los demás. He retomado también un tema que tuvo mucho éxito hace años, ‘No nos convencerán’, en el que se habla de ideas sobre las que no nos van a convencer, como que el dinero da la felicidad, que hay razas mejores que otras, que no hace falta cuidar la naturaleza o que los de fuera no quieren trabajar. No me van a convencer de muchas cosas, pero aun si me convencen tengo una gran comunidad, tengo a la gente a la que nos une la fe para ayudarme. Estoy muy contento de retomarlo porque creo que es muy necesario en estos momentos.
P.- Usted canta en lugares donde muchos otros no lo hacen, como hospitales o cárceles, ¿de qué manera ayudan sus temas a quienes le escuchan?
R.- Hago un esfuerzo consciente y grandísimo por adaptarme a cada persona que tengo delante. Canto donde no canta todo el mundo, como los hospitales y las cárceles, que son sitios donde la gente sufre mucho y busca mucho en el ámbito espiritual. Por otra parte, las canciones, cuando están escritas en un afán de volcar todo lo positivo, toda la fe, tienen fuerza por si solas para adaptarse a la persona que escucha. Eso es un regalo que nos trae la música. Lo sencillo busca la verdad, la comunicación, la conexión. Las cosas sencillas tienen mucha fuerza.
P.- ¿Puede hacernos reflexionar la música?
R.- Toqué hace muy poco ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Había un evento sobre migraciones y refugiados en el que estaba hablando gente muy preparada y en medio de las intervenciones canté yo. La que hablaba después era la directora de ACNUR y estuvo todo el rato refiriéndose a la canción. Cambió todo su discurso por lo que decía la letra, el ser culpable de no abrir mi casa al peregrino, culpable de no acoger al que no tiene papeles. Al final una canción sugiere mucho más, conmueve mucho más que 20.000 charlas.
P.- ¿Cómo ha evolucionado la música con temática espiritual en los últimos años?
R.- Creo que va muy bien, pero despacio. Muy bien porque sale gente nueva y muy auténtica. La música espiritual es seguida por mucha gente, pero a la par suscita mucha incomprensión. Por este motivo, la gente que queda es muy auténtica. Por otra parte, va despacio porque el mundo de la música es complicado, cuesta entrar, crear circuitos, que haya infraestructura.