La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) consideró que la muerte de la pequeña de siete años, Jakelín Caal Maquin, de origen guatemalteco, ocurrida el pasado 8 de diciembre bajo la custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), es una “consecuencia de nuestras políticas migratorias fallidas”.
A través de un comunicado, la USCCB asegura que el suceso es un recordatorio trágico de la desesperada situación que enfrentan muchos de los que huyen de la violencia, la persecución y la pobreza, tanto en sus países de origen, “como ahora en nuestra frontera”.
De acuerdo con versiones periodísticas, Jakelín y su padre querían solicitar asilo en Estados Unidos y formaban parte de un grupo numeroso de migrantes arrestados el 6 de diciembre cerca de un cruce fronterizo en Antelope Wells, Nuevo México. Horas después, fueron subidos a un autobús que los llevó a la estación más próxima de la Patrulla Fronteriza, pero Jakelín comenzó a vomitar, y al final dejó de respirar. Después falleció en un hospital en Texas.
En ese contexto, Joe S. Vásquez, obispo de Austin y presidente del Comité de Migración de la USCCB; Mark J. Seitz, obispo de El Paso y Gerald Kicanas, administrador de la Diócesis de Las Cruces, manifestaron estar muy “preocupados por la noticia de la muerte de Jakelín Caal Maquin”.
Asimismo, expresaron sus oraciones “y nuestras más sentidas condolencias para la familia de Jakelín”. Añadieron que la muerte de un niño es siempre un momento de gran tristeza, “una interrupción discordante del orden natural de la vida. De esta tragedia, debemos recordar esta profunda consecuencia humana de nuestras políticas migratorias fallidas, incluyendo también que las restricciones en el flujo de solicitantes de asilo en la frontera pueden empujar a más familias a buscar el ingreso entre puertos de entrada, lo que los pone en mayor riesgo”.
Los obispos dieron la “bienvenida” a la investigación que, sobre el caso de la muerte de la niña, está realizando la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional. “Reconocemos el trabajo y el compromiso de los oficiales de CBP para garantizar nuestra seguridad, pero instamos a los líderes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP), a revisar críticamente las políticas relacionadas con el cuidado de las poblaciones vulnerables bajo su custodia. Prometemos nuestra asistencia para ayudar a CBP a hacerlo”, agregaron.
La Conferencia de Obispos norteamericanos aprovechó para recordar que mientras nos preparamos para celebrar la Navidad y el nacimiento de Jesús, es preciso recordar que él mismo fue un niño a cuyos padres les dijeron ‘no hay lugar’; “seguimos reconociendo y afirmando que la búsqueda de asilo y protección es legal. Como nación, tenemos la obligación de recibir a personas y familias angustiadas con una bienvenida, compasión y un trato humano. Debemos prestar atención a las palabras de Cristo que ‘todo lo que hiciste por uno de estos hermanos míos, lo hiciste por mí’ (Mateo 25:40)”.