Vaticano

Francisco declara la guerra definitiva a los abusos: “Esto no va a volver a suceder”

  • En el discurso más enérgico de su pontificado, califica a los clérigos pederastas de “lobos atroces listos para devorar almas inocentes”
  • “La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes”, se comprometió en el mensaje navideño a la Curia
  • Discurso de Navidad 2018 del papa Francisco a la Curia romana (íntegro)





“A los que abusan de los menores querría decirles: convertíos y entregaos a la justicia humana, y preparaos a la justicia divina”. Enérgico. Sin titubear. El Bergoglio más beligerante se ha manifestado ante la Curia en el tradicional discurso de Navidad que ha dedicado íntegramente a la lacra de los abusos sexuales.

El papa Francisco sabe que su pontificado y la  la Iglesia se la juegan en un problema que viene arrastrando desde hace décadas y de ahí que haya abordado la cuestión con la mayor dureza y contundencia manifestada hasta la fecha. Incluso más que en la Carta al Pueblo de Dios que escribió en agosto y en el que consagró la expresión “abuso de poder, de conciencia y sexual”.

Desenmascarar a los culpables

Ante los responsables del Gobierno de la Santa Sede, el Papa no ha escatimado en calificativos para los abusadores. En varios momentos se ha referido a ellos como “un lobo atroz listo para devorar a las almas inocentes”, en otros ha hablado de “depredadores”, condenando que sigan  “ejerciendo su ministerio como si nada hubiera sucedido; no temen a Dios ni a su juicio, solo temen ser descubiertos y desenmascarados. Ministros que desgarran el cuerpo de la Iglesia, causando escándalo y desacreditando la misión salvífica de la Iglesia y los sacrificios de muchos de sus hermanos”.

Sin rebajar el tono de sus acusaciones, ha calificado los abusos de forma reiterada como “abominaciones” los actos cometidos por quienes consideran “ungidos del Señor” y “abusan de los débiles, valiéndose de su poder moral y de la persuasión”.

Infidelidad y vergüenza

“Los pecados y crímenes de las personas consagradas adquieren un tinte todavía más oscuro de infidelidad, de vergüenza, y deforman el rostro de la Iglesia socavando su credibilidad”, subrayó el Papa que presentó a la como “víctima de estas infidelidades y de estos verdaderos y propios ‘reatos de malversación’”.

Tras entonar este “mea culpa”, Francisco reiteró que “la Iglesia se está comprometiendo seriamente por erradicar el mal de los abusos, que grita la venganza del Señor, del Dios que nunca olvida el sufrimiento experimentado por muchos menores a causa de los clérigos y personas consagradas: abusos de poder, de conciencia y sexuales”.

Nunca encubrir

Más como un mandato que como una mera declaración de intenciones, manifestó que “la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso”. Y enfatizó: “Es innegable que algunos responsables, en el pasado, por ligereza, por incredulidad, por falta de preparación, por inexperiencia o por superficialidad espiritual y humana han tratado muchos casos sin la debida seriedad y rapidez. Esto nunca debe volver a suceder. Esta es la elección y la decisión de toda la Iglesia”.

Ante los curiales el Papa ha desvelado cuáles serán las claves de la cumbre que mantendrá en febrero con los presidentes de todas las Conferencias Episcopales del planeta. Por un lado, “se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad”. Por otro, se abordará “cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios”.

Una muerte lenta

Además, Francisco se compromete a abanderar la lucha contra los abusos en medio de la sociedad y las familias, donde se producen el 85% de los casos. “La Iglesia no se limitará a curarse a sí misma, sino que tratará de afrontar este mal que causa la muerte lenta de tantas personas, a nivel moral, psicológico y humano”.

El Papa también destaca el papel que han jugado los periodistas a la hora de “desenmascarar a estos lobos y de dar voz a las víctimas”. “Incluso si se tratase solo de un caso de abuso ―que ya es una monstruosidad por sí mismo― la Iglesia pide que no se guarde silencio y salga a la luz de forma objetiva, porque el mayor escándalo en esta materia es encubrir la verdad”.

Reconocer los casos verdaderos

De la misma manera, exigió a los curiales a abordar con rigurosidad este problema para alejarse de una cultura de la sospecha: “Por favor, ayudemos a la santa Madre Iglesia en su difícil tarea, que es reconocer los casos verdaderos, distinguiéndolos de los falsos, las acusaciones de las calumnias, los rencores de las insinuaciones, los rumores de las difamaciones”.

Frente a esta y otras formas de “corrupción espiritual”, el Papa también encumbró al “gran número de personas consagradas, de obispos y sacerdotes, que viven diariamente su vocación en fidelidad, silencio, santidad y abnegación. Son personas que iluminan la oscuridad de la humanidad con su testimonio de fe, amor y caridad”.

Para terminar, el Papa confió en que “todos los pecados, las caídas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia nunca puedan oscurecer la belleza” del rostro de Jesús. “La Navidad es una manifestación de que los graves males cometidos por algunos nunca ocultarán todo el bien que la Iglesia realiza gratuitamente en el mundo”, concluyó.

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Evangelio del día

Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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