Mientras toda España estaba pendiente del sorteo de la lotería de Navidad, la Diócesis de Guadix se vestía hoy de gala para recibir a Francisco Jesús Orozco Mengíbar (Villafranca de Córdoba, 1970). Miles de fieles se han dado cita en la catedral accitana, en la mañana de este sábado 22 de diciembre, para acompañar al que fuera vicario general de Córdoba en su ordenación episcopal y toma de posesión como nuevo obispo de la bimilenaria sede de san Torcuato, una de las primeras de Europa y la más antigua de España.
En sus palabras de bienvenida a los participantes, el hasta ahora administrador diocesano durante estos casi diez meses de sede vacante, José Francisco Serrano, ha pedido al nuncio apostólico en España, Renzo Fratini, que transmitiera su “comunión y gratitud” al papa Francisco por enviar como nuevo pastor de Guadix a Orozco.
Junto a Fratini, han asistido a la ceremonia cuatro cardenales (Blázquez, Rouco, Amigo y Cañizares), una veintena de arzobispos y obispos, fundamentalmente de las diócesis andaluzas, más de un centenar de sacerdotes, autoridades locales y fieles llegados de toda la geografía diocesana y de la vecina Córdoba, especialmente las localidades de Lucena y Villafranca.
“¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!”, ha proclamado el nuevo obispo al principio de su alocución, empleando estas palabras de la carta a los Hebreos para confirmar su “envío como sucesor de los Apóstoles a servir a la Iglesia”. Luego, ha reflexionado sobre la misión de los obispos a la luz de la exhortación de san Juan Pablo II ‘Pastoris gregis’ y el testimonio de san Juan de Ávila, patrono del clero español, antes de recuperar las palabras del papa Francisco sobre el papel de un obispo de hoy.
Cuatro notas concretas que “pido al Señor poder vivir en mi ministerio”, ha deseado el nuevo pastor de Gaudix. A saber: ser cercano a la gente, amable, paciente y misericordioso; amar la pobreza, tanto la interior como la exterior; no tener una psicología de príncipe; ser pastor “con olor a oveja”, alejado del “carrerismo fácil” y humildes, mansos y al servicio del pueblo, para que no se conviertan en “lobos rapaces”.
Más adelante, y tras glosar las lecturas de la liturgia de este cuarto domingo de Adviento, Orozco ha pedido al Señor que su ministerio “sirva siempre para que el Pueblo de Dios, que camina en esta Iglesia particular, siga siempre fiel al magisterio del Papa y de los obispos en comunión con él”.
Así, después de recordar las diferentes parroquias cordobesas por las que ha pasado, ha querido expresar su gratitud hacia quienes han sido sus obispos consagrantes y que “acompañaron mi sacerdocio en Córdoba”: Javier Martínez, arzobispo de Granada; Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla; y Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, a quien ha calificado de “verdadero padre y ángel custodio de mis primeros pasos en esta nueva etapa episcopal”.
“Entiendo muy bien que el sentimiento que te embarga en este momento sea el de la desproporción. ¡Pídele a Dios que te embargue siempre, que no te abandone jamás!”, le había sugerido el arzobispo Javier Martínez durante la homilía. Y así lo ha hecho, porque no se ha dejado a nadie en sus agradecimientos, incluidos “los que os habéis esmerado en la preparación de esta solemne celebración”.
También ha querido compartir su alegría el nuevo obispo con su familia y paisanos, amén de la Iglesia que peregrina en Guadix, y con “hermanos a los que estuve unido en el presbiterio diocesano de Córdoba”, como el actual obispo auxiliar de Sevilla, Santiago Gómez Sierra, y el obispo de Bilbao, Mario Iceta.
“Os muestro mi plena disponibilidad”, ha confiado Orozco a sus nuevos fieles, antes de encomendar su servicio episcopal a la Virgen de las Angustias, patrona de Guadix. Una “diócesis hospitalaria”, de gente “noble, sin recovecos ni maldades, que vive una profunda religiosidad popular expresada en las numerosas hermandades y cofradías existentes en cada uno de los pueblos”, como había destacado el administrador diocesano al inicio de la celebración, tras tener un recuerdo agradecido hacia algunos de los prelados que han pastoreado este rebaño (Díaz Merchán, Dorado Soto, Noguer Carmona, García Santacruz, García Millán…).
Una diócesis que, a tenor de los “parámetros humanos, números y cifras”, puede parecer pequeña, pero en la que, “desde el corazón”, su nuevo pastor “descubrirá una diócesis grande: grande por historia; grande por su trabajo evangelizador en el pasado y en el presente; grande, sobre todo, por sus proyectos apostólicos de futuro”, había subrayado Serrano. Y, en estos trabajos, “deseo que me permitáis caminar con vosotros”, pediría minutos después su nuevo obispo. La comunión en Guadix ha echado a andar.