Navidad 2018
«Tengan en ustedes los mismos sentimientos de Cristo, el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre…» (Filipenses 2,5-7)
Hermanas y hermanos:
El nacimiento del Niño Dios, que celebraremos en la Navidad, nos invita a reflexionar en este despojo -vaciamiento, desapego, anonadamiento- de Cristo Jesús, que desciende desde la divinidad para hacerse uno de nosotros.
Este despojamiento, sin embargo, no es estéril, ni se presenta como un objetivo en sí mismo, sino que manifiesta la dimensión salvífica del amor total, la presencia solidaria de Dios que se hace igual en todo a los seres humanos, menos en el pecado.
Él vivió en el seno de una familia sencilla y respetuosa de Dios, y en su seno aprendió la sensibilidad que le permitió acercarse a los más desprotegidos, preocuparse por su salud material y espiritual, regalarles signos milagrosos para que pudieran vivir mejor. Su solidaridad le llevó hasta dar la vida por nosotros, convirtiéndose en un ejemplo de bondad y ternura que estamos llamados a seguir.
En efecto, los actuales tiempos que vivimos en México nos están exigiendo imitar esa actitud de Cristo Jesús: una manera de ser que implica el abandono de lujos y privilegios, la sencillez y sobriedad de vida, y la preocupación permanente por los más pobres.
A nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) quiero desearles una muy Feliz Navidad y un 2019 lleno de bendiciones. Que el ejemplo de Cristo Jesús nos acompañe en estos días y a lo largo del próximo año.
+ Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
Presidente de la CEM