La Navidad es una época en la que, debido a la tradición de regalar, el consumo pasa a estar a la orden del día. Por este motivo, Cáritas ha secundado la invitación de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, de la que forma parte, a “conciliar los valores de una auténtica celebración de la Navidad con un consumo responsable y solidario, en una fechas caracterizadas por la vorágine consumista y unos excesos que tienen consecuencias directas en los derechos de muchas personas y en el cuidado del medio ambiente”.
Ejemplo de ello es la propuesta por la tienda Romero Comercio Justo, de Cáritas Albacete. Bajo el lema ‘Esta Navidad, regala lo Justo’, se intenta fomentar la importancia de conocer el proceso de elaboración de los articulos que se adquieren y las condiciones en las que son producidos. “Llevamos años apostando por el Comercio Justo, nos lo creemos y queremos compartirlo con todo aquel que pueda mostrar un mínimo de sensibilidad ante una manera alternativa de entender las relaciones comerciales”, explica a Vida Nueva Ana Gómez, responsable del proyecto. Unas relaciones, en este caso, entre los consumidores del norte y los pequeños productores del sur.
Gómez señala que esta iniciativa, que forma parte de la Fundación El Sembrador, tiene dos campos definidos. Por un lado es “un proyecto de cooperación internacional, ya que el Comercio Justo lo es por todo lo que hay detrás de cada uno de los productos que se comercializan”. Pero, por otra parte, también es un proyecto de inserción social en el cual los beneficios que se generan “se reinvierten en la contratación de personas en riesgo de exclusión social, y esta es otra forma de comercio solidario, de comercio alternativo”.
“Detrás de cada producto hay una historia, hay personas”, indica Gómez. Por este motivo, el objetivo del Comercio Justo no es otro que “generar cambios positivos entre las personas”. Por eso “cada uno de los productos” que están a la venta en cualquiera de las tiendas de Comercio Justo de Cáritas “cumplen los requisitos fundamentales” para conseguir el certificado ‘Fairtrade’, un sello de garantía que ofrece seguridad al consumidor de que ese artículo ha sido desarrollado en condiciones dignas y comprado a un precio justo que apoya el desarrollo sostenible de las comunidades donde se ha producido.
“El Comercio Justo significa que se respetan unos principios básicos como son los salarios dignos e igualitarios entre trabajadores y trabajadoras, condiciones laborales seguras, procesos de producción respetuosos con el medio ambiente”, dice Gómez. Pero, sobre todo, significa que ni en la obtención de las materias primas y ni en la elaboración de los productos ha habido explotación de niños o niñas.
A pesar del carácter ético y la “comprobable calidad” de estos productos, España está a la cola de Europa en la adquisición de este tipo de artículos. Y es que, tal como señalan desde la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, cada español gasta anualmente de media 86 céntimos en estos productos, mientras que la media Europea supera los 13 euros. “Concienciar es un trabajo complicado en el que nos vemos implicados cada día”, apostilla Gómez, que subraya que “en estas fechas en las que el consumo se dispara, debemos intentar pensar lo que compramos y priorizar un consumo responsable y solidario, pensar en las personas, ya que tenemos la suerte de poder elegir”.
Para empezar con esta concienciación, Gómez recomienda no olvidar nunca mirar el etiquetado de los productos, ya que “el sector de la alimentación es el que más productos de este tipo ofrece ahora mismo”, pero también se puede saber de dónde proceden otro tipo de mercancías. “Los consumidores cada vez queremos saber más a la hora de elegir, por lo que tenemos que echar mano de la información que se nos ofrece”, dice.