El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, justificó “la lucha” del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por reducir “los enormes sueldos que varios servidores públicos reciben, y que el pueblo debe pagar”.
En su artículo semanal, difundido en varios medios de comunicación del país, dijo que, no obstante, confía en que “no sea pura demagogia… la frase ‘Primero los pobres’, recurrente de nuestro nuevo Primer Mandatario”, y en que le alcancen los recursos para cumplir lo prometido en su campaña, “pues el dinero no depende de un decreto presidencial, sino de múltiples factores económicos globales”, añadió.
Consideró que como el presidente “no nació entre algodones, sino que procede de una familia sencilla, comprende las angustias de los pobres, y por ello apoyamos plenamente la prioridad que se ha comprometido a darles”.
Para el obispo, López Obrador “tiene razón, sobre todo en este tiempo de Navidad, pues Dios, por un designio explícito de su voluntad, quiso nacer pobre y vivir austeramente, aunque no ciertamente en la miseria. A quienes primero se manifestó fue a los pastores, una clase muy marginada. Escogió a sus apóstoles entre gente no rica”.
Asimismo, dijo ver como “bueno” el aumento al salario mínimo a poco más de cien pesos diarios, unos seis dólares, aunque agregó: “desde luego que esto es lo mínimo-mínimo, sabiendo que muchos ni eso reciben, pero esto es incomparable con los ciento ocho mil pesos mensuales, unos cinco mil trescientos dólares, que recibe el mismo Presidente, y que es la cuota máxima que se intenta legislar para funcionarios”.
“Se queda uno escandalizado cuando algunos ganan lo triple, lo cuádruple, o más, y que sale del erario público. ¿Qué harán con tanto dinero? Derrocharlo, acumular, gastar en lujos y vanidades, en total contraste con tanta gente que lucha por sobrevivir”, añadió.
Por otra parte, Arizmendi Esquivel recordó que los obispos y sacerdotes, por vocación, “por nuestra identificación sacramental con Cristo pobre, no por restricciones legales y fiscales, libremente nos comprometimos a llevar una vida sencilla y austera, sin lujos y excentricidades. Nuestra meta no es hacernos ricos, sino vivir sólo con dignidad, dispuestos a compartir las limitaciones de una buena parte de nuestro pueblo”.
Dijo dar testimonio de ello, no sólo por lo que vivió en Chiapas, sino también en sus diferentes servicios en su diócesis de origen, Toluca, en el sentido de que es muy satisfactorio compartir la suerte de la gente. “Cuando el pueblo nos percibe sin pretensiones de grandezas económicas, nos obsequian más de lo que necesitamos. Vivir la pobreza por convicción, es una plenitud”.
Finalmente, Felipe Arizmendi hizo un llamado a los fieles para que en este tiempo de Navidad y Año Nuevo, “evitemos derroches escandalosos. Si tenemos algo más de lo que estrictamente necesitamos, sepamos compartir con quienes tienen poco o nada”.
“Y si el ejemplo de Cristo nos llega más al corazón, seamos generosos para desprendernos incluso de lo que nosotros necesitaríamos, para que otros gocen un poco de esperanza y consuelo. Nada nos hace más felices que hacer felices a otros. Sí se puede, y ¡vale la pena!”, concluyó.