Durante la misa de año nuevo que ha presidido en la catedral de Toledo, el arzobispo Braulio Rodríguez ha mostrado su preocupación por la polarización en nuestro país, alertando de la proliferación de una “política extremista”.
“No nos gusta que se rebusque en la vida de los opositores para encontrar fallos o errores que permiten ponerlos en picota”, explicó, a la vez que reivindicó a aquellos políticos que rompen con este discurso del odio: “Solo si abunda la gente admirable con magnanimidad -corazón grande-, cuya vida es digna de ser vivida como ejemplo, la actividad política será atractiva y respetada”.
“En cada periodo largo de tiempo que ha traído estabilidad se ve una decadencia que se quiere solucionar partiendo de cero”, reflexionó en la homilía el prelado que reivindicó la necesidad de una política que recupere la búsqueda de la caridad desde el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas. Se mostró así en línea con el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz.
“Cuando el ejercicio del poder político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos privilegiados, el futuro está en peligro y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza”, alertó Rodriguez, consciente de que las nuevas generaciones “se ven condenadas a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar en un proyecto para el futuro”. Con la vista puesta en los comicios municipales y autonómicos, el arzobispo comentó que “se nos abre una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho”.
El obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, ha pedido “no criminalizar a un colectivo tan benemérito y con tanta entrega como con los sacerdotes” por los casos de pederastia cuando la mayor parte de este tipo de hechos se producen en la familia. Sin embargo, según él, “nadie focaliza en los ámbitos familiares”.
En declaraciones a los medios, el ex portavoz de la Conferencia Episcopal ha solicitado “justicia en todos los sentidos” y ha demandado que “no se polarice en una institución como la Iglesia”, ya que en ella “la mayoría de los sacerdotes están entregados”,
Sobre la atención a las víctimas, Gil Tamayo puso de manifiesto la necesidad de “investigar y educar para la prevención”, a la vez que defendió a la Iglesia española, “empeñada en un trabajo serio en coordinación con la Santa Sede”.
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, presidía el 31 de diciembre en la catedral de Valencia la solemne misa exequial por el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, el valenciano Santiago García Aracil, fallecido el pasado viernes a los 78 años, al que definió como “un hombre de fe, amigo fuerte de Dios en expresión teresiana, servidor fiel y prudente que no supo otra cosa que hacer que servir a Dios, cumpliendo su voluntad, en una entrega total y sin fisuras en favor de la Iglesia, a la que tanto amó con todo su gran corazón”.
En la eucaristía, que han concelebrado una veintena de arzobispos y obispos y un centenar de sacerdotes llegados también de las diócesis a las que sirvió García-Aracil, Jaén y Mérida-Badajoz, Cañizares resaltó que “ante todo y por encima de todo fue sacerdote que nos dejó bellas, profundas y enjundiosas páginas sobre el sacerdocio, y que quiso de verdad -soy testigo muy directo de ello- a sus sacerdotes y trabajó incansablemente por ellos”.