Las primeras palabras que el Papa dirigió durante el rezo del ángelus en la fiesta de la Epifanía fue dirigida para defender a los migrantes que llevan dos semanas vagando por el Mediterráneo a bordo de los busques de rescate de las ONG Mediterránea Saving Humanas y Sea Watch.
“Durante varios días, cuarenta y nueve personas rescatadas en el mar Mediterráneo están a bordo de dos barcos de ong que buscan un lugar seguro donde aterrizar”, recordó el Papa que fue contundente en su petición: “Hago un llamamiento sincero a los líderes europeos para que demuestren su solidaridad con estas personas”.
El récord de la vergüenza
Desde los palacios apostólicos y tras la misa del día de los Reyes Magos, el Papa se hizo eco de este drama humanitario, ya que desde que fueran rescatados el pasado 22 de diciembre estos hombres, mujeres y niños no se les ha asignado un puerto para desembarcar. Distintas ong que trabajan en el Mediterráneo se han lamentado de que los políticos europeos estén permitiendo que se supere “el récord de la vergüenza” al dejarles varados, sin rumbo.
Junto a esta denuncia, el Papa reiteró en el ángelus los mensajes que lanzó en la homilía de la eucaristía. Así presentó a los magos de Oriente como ejemplo de aquellos que saben que “la búsqueda del Señor implica no solo la perseverancia en el camino, sino también la generosidad del corazón”.
Tener miedo al otro
Precisamente y, no alejado de su reflexión sobre los migrantes en el Meditarráneo, el Papa señaló que “Herodes y los escribas de Jerusalén tienen un corazón duro, que persiste y rechaza la visita de ese Niño. Representan a quienes, incluso en nuestros días, tienen miedo de la venida de Jesús y cierre el corazón a los hermanos y hermanas que necesitan ayuda“.
“Herodes teme perder poder y no piensa en el verdadero bien de las personas, sino en su propio interés personal. Los escribas y los líderes de la gente tienen miedo porque no pueden mirar más allá de sus certezas, por lo que no logran captar la novedad que hay en Jesús”, añadió.
“La salvación ofrecida por Dios en Cristo es para todos los hombres, cercanos y lejanos. No es posible “tomar posesión” de ese Niño: Él es un regalo para todos”, subrayó el Papa, que concluyó con una oración sobre la acogida: “Permítenos también, dejémonos iluminar por la luz de Cristo que viene de Belén. No permitimos que nuestros miedos cierren nuestros corazones, pero tenemos el coraje de abrirnos a esta luz suave y discreta”.