El riesgo del resurgir de los nacionalismos, las guerras en Ucrania y Siria, el peligro que sufren los cristianos en Oriente Medio, el desamparo de los refugiados e inmigrantes, el cambio climático y la violencia doméstica son algunos de los temas destacados por el papa Francisco en el discurso que dedicó este lunes, 7 de enero, a los representantes del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, a los que recibió en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano con motivo del año nuevo.
Los pederastia eclesial también estuvo presente en la alocución de Jorge Mario Bergoglio. A poco más de un mes de la cumbre que reunirá del 21 al 24 de febrero en la Santa Sede a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para hablar sobre cómo proteger a los menores de edad, el Pontífice incluyó esta espinosa cuestión en su revista a los grandes problemas que afrontan hoy el mundo y la Iglesia.
“No puedo callar ante una de las plagas de nuestro tiempo, que por desgracia ha visto implicados también a varios miembros del clero. El abuso contra los menores de edad es uno de los peores y más viles crímenes posibles”, dijo el Papa, denunciando cómo éste destruye “inexorablemente lo mejor que la vida humana reserva para un inocente, causando daños irreparables para el resto de su existencia”.
Francisco aseguró que tanto la Santa Sede como toda la Iglesia están comprometidas para “combatir y prevenir tales crímenes” y acabar con “su ocultamiento”, de manera que salga a la luz “la verdad de los hechos que implican a eclesiásticos” y las víctimas puedan así recibir justicia.
El Pontífice relacionó los episodios de violencia sexual con los abusos de poder y de conciencia y manifestó su deseo de que la próxima conferencia con los episcopados marque un punto de inflexión. Este encuentro “pretende cumplir un paso más en el camino de la Iglesia para arrojar luz sobre los hechos y aliviar las heridas causadas por esos delitos”.
Ante los embajadores y representantes de los 183 Estados con los que mantiene relaciones diplomáticas la Santa Sede, el Papa reconoció las dificultades que atraviesa “el sistema multilateral en su conjunto” debido al resurgir de “tendencias nacionalistas que minan la vocación de las organizaciones internacionales de ser un espacio de diálogo y encuentro para todos los países”.
Consideró esta situación resultado de políticas nacionales condicionadas por la persecución “de un consenso inmediato y sectario, en lugar de buscar pacientemente el bien común con respuestas a largo plazo”. También por la “tensión” entre globalización y localismo.
Francisco se acordó en particular de su “amada” Nicaragua, un país al borde de la guerra civil y a cuyas distintas “instancias políticas y sociales” pidió que encuentren en el diálogo “el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación”.
También deseó que llegue la paz a Ucrania, Siria, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Yemen e Irak, entre otras naciones, e invitó a los europeos a que no pierdan “la conciencia de los de los beneficios —el primero el de la paz— que ha traído el camino de amistad y acercamiento entre los pueblos emprendido después de la Segunda Guerra Mundial”. Lamentó que en el Viejo Continente prevalezcan hoy los “nuevos movimientos centrífugos y la tentación de construir nuevos muros”.
Entre los elementos positivos del 2018, Bergoglio mencionó el acuerdo provisional firmado entre la Sante Sede y China para desatascar el nombramiento de obispos en el país asiático. Deseó que el pacto “contribuya a resolver las cuestiones abiertas y asegure los espacios necesarios para un desarrollo efectivo de la libertad religiosa”.