“Iluminados por el Espíritu Santo, buscando reconstruir nuestra iglesia devastada por pecados y delitos, hemos discernido comunitariamente, que las principales causas de esta crisis son: el clericalismo, el abuso de poder, la indolencia y la falta de conciencia crítica del laicado”, expresa la declaración final del encuentro de dos días realizado en Santiago con participación de 350 personas procedentes de muchas ciudades del país.
Se plantea como jornada de apertura de un proceso que continuará con análisis en los grupos locales, nutridos por el documento de trabajo que se está elaborando en base a los contenidos de este encuentro. Mirena Romero, integrante de la red de Chillán, diócesis a 400 kilómetros al sur de Santiago, coordinó el Encuentro nacional, dijo a Vida Nueva: “Creemos que este tiempo sinodal durará entre 3 y 5 años y a esta primera etapa la hemos descrito como tiempo de escucha, con profundo sentido profético porque necesitamos analizar la estructura eclesial para renovarla”.
“Queremos transmitir nuestro afán por construir una iglesia con relaciones horizontales, no centrada en el poder. Esto lo practicamos en el encuentro: todos fueron escuchados, acogidos, y todos participamos en igualdad de condiciones”, explica Mirena.
El documento final expresa el acuerdo de continuar en los grupos locales analizado cómo “promover la modificación de la estructura de poder al interior de nuestra iglesia y la participación laical en la toma de decisiones; la participación de la mujer en las instancias de responsabilidad y poder; fortalecer y renovar procesos de formación de todo el pueblo de Dios; y erradicar la cultura del abuso de poder, proponiendo acciones orientadas al establecimiento de la justicia y reparación, creando un ambiente seguro para todas y todos”.
Todo esto apuntando a construir la Iglesia soñada y que el documento describe como “constituida por comunidades de base; orante, profética y liberadora que busca y ejerce la justicia; servidora y abierta a las necesidades de la gente y al mundo; y horizontal, diversa, participativa e inclusiva, con real protagonismo del laicado en especial de las mujeres y los jóvenes”.
Entre los participantes también hubo religiosas y sacerdotes, junto a los muchos dirigentes laicos de organismos diocesanos e integrantes de la Red Mujeres Iglesia, del movimiento Laicos de Osorno y de la Red de Víctimas de Abusos.
La inspiración en la Carta del Papa es el sólido fundamento que consideran válido sus organizadores ante la indiferencia y el silencio de los obispos. Por eso lo definen como ‘autoconvocado’ ya que se apropian del llamado de Francisco en esa carta a configurar una iglesia sinodal. Una vez avanzado este primer paso, con la entusiasta participación de quienes lo vivieron, dicen que ha quedado consolidado el proceso que ahora continuará en los grupos regionales.
“Estoy agradecida al Señor, dice Mirena Romero. En un momento me habría arrodillado y habría llorado, para dar gracias por la tremenda emoción que sentía al reconocer que éramos laicos tan distintos, tan interesados, tan valiosos, ninguno mejor que otros. Sentimos la cercanía del Espíritu y eso me hace sentir muy agradecida de este proceso que ahora comenzamos”, concluye.