‘Biografía de la Humanidad. Historia de la evolución de las culturas’ (Ariel), escrito por Javier Rambaud y José Antonio Marina, aborda lo que significa la humanidad antes de dejarnos conducir a una era transhumana. Con el Premio Nacional de Ensayo, hablamos de su libro más ambicioso y necesario.
PREGUNTA.- Después de casi medio centenar de libros y una dilatada carrera como investigador, ¿por qué es necesaria una biografía de la humanidad?
RESPUESTA.- Todos recibimos una doble herencia: biológica y cultural. El genoma biológico ya lo hemos descifrado, y ha llegado el momento de hacer lo mismo con el genoma cultural, y por la misma razón. Para poder comprender lo que somos, y por qué actuamos como actuamos, cuáles son nuestras posibilidades y cuáles nuestras amenazas.
P.- Dice que somos animales espirituales y se detiene, como momento clave, en la aparición del pensamiento simbólico. ¿Qué peso tiene la religiosidad en la configuración y creación de nuestra especie?
R.- La aparición de las religiones es una constante universal. La idea de inteligencia que manejo indica que el cerebro humano produce símbolos para interpretar la realidad, para aliviar el miedo, para cohesionar la sociedad, para apaciguar a los dioses, para justificar las normas. Esto es el origen de las religiones. Uno de los procesos que nos separó del mundo animal es que nuestra especie se fue educando (domesticando) a sí misma. Simplificando mucho podríamos decir que la inteligencia social amaestró la inteligencia individual. La religión –la apelación a los dioses– fue protagonista de este adiestramiento mediante la obediencia a la norma.
P.- ¿Y hoy qué es?
R.- Cumple las mismas funciones de siempre: aspiran a explicar, a establecer normas, a aliviar el miedo, a proporcionar esperanza, a unir a los creyentes, a fomentar la cooperación.
P.- ¿Qué le parece una figura como la de Francisco?
R.- Es difícil juzgar su acción, sin conocer bien las presiones que está sufriendo por parte de sectores de la Curia y de la tradición vaticana. Creo que hace propuestas bienintencionadas sin darle suficiente apoyo teológico. Por ejemplo, dice cosas mas avanzadas a los periodistas que a los cardenales. Sus mayores opositores vienen, por ello, de los teólogos oficiales