Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, parece decidido a impulsar una nueva relación entre el mundo religioso y el Estado. Sin que Francia pierda su esencia laica, como ya deslizó en su histórico discurso en el Colegio de Los Bernardinos, el 9 de abril de 2018, el objetivo sería dejar atrás los resquicios del laicismo y adentrarse de lleno en la laicidad, en un marco de relaciones de entrada positivo.
Para concretar esta nueva relación, Macron recibió, el jueves 10 de enero en El Elíseo, a los representantes de las principales comunidades religiosas galas. Así, entre otros, estuvieron los líderes de la Conferencia Episcopal, la Federación Protestante, la Asamblea de Obispos Ortodoxos, la Comunidad Judía, el Consejo de la Fe Islámica o la Unión Budista. El presidente estuvo acompañado al más alto nivel por su primer ministro, Edouard Philippe, y el ministro del Interior, Christophe Castaner.
Como recoge La Croix, el propio Castaner aclaró recientemente que la intención del Ejecutivo es modificar la Ley de Culto, vigente desde 1905, y, además de actualizarla en puntos entonces no abordados, desarrollarla en el sentido de “brindar garantías de transparencia y orden público” en cuestiones como la financiación de las entidades, pero también “para dar más responsabilidad a los actores religiosos”.
Según reconoció el ministro galo, al proyecto de reforma también le mueve en buena parte la intención de pulir las relaciones con la comunidad islámica, tratando de “acompañar a los musulmanes en la organización de sus estructuras” y, sin dejar de “garantizar su autonomía” (aunque el Estado tendría un mayor control sobre las mezquitas), buscar “reclutar y formar” en la misma Francia a los imanes.
En este sentido, en un reto global para todas las religiones, se desea que las numerosas confesiones presentes en suelo francés “luchen contra los discursos fundamentalistas y extremistas”. Pero esto no se queda solo en un anhelo, sino que se vigilará con la ley en la mano, endureciéndose las penas para los autores de llamadas al odio o la violencia.
Tres días antes de la cita conjunta con todas las confesiones, los miembros del Consejo Francés de Culto Islámico fueron citados el 7 de enero a una charla previa con Philippe y Castaner. En la misma se les aseguró que esta “no es una ley contra el islam”, tal y como contó a los medios a la salida del encuentro el vicepresidente de la entidad islámica, Anouar Kbibech.
Como detalla La Croix, el líder musulmán reivindicó que el proyecto de reforma “aún está en fase de construcción” y, en todo caso, se congratuló porque Macron “está firmemente convencido de que es una ‘co-construcción’ entre el Estado y el Consejo Francés del Culto Islámico”, no incurriendo el Ejecutivo en el error de “estigmatizar a los musulmanes”.
El Gobierno de Francia desea que la modificación de la Ley de Culto de 1905 cuente con un fuerte respaldo social. Por eso, esta misma semana, además de reunirse con los líderes religiosos, se han organizado reuniones conjuntas con los representantes de entidades como la Federación Nacional de Pensamiento Libre, la Liga de los Derechos del Hombreo el Comité de Laicidad de la República, así como con distintos miembros de logias masónicas.