Minutos después de concluir en la Capilla Sixtina la ceremonia del bautismo de 27 niños y niñas, hijos de empleados de la Santa Sede, el papa Francisco se asomó a la ventana de la tercera planta del palacio apostólico para el rezo del ángelus en la Fiesta del Bautismo del Señor, que se conmemora este domingo 13 de enero, cuando concluye el tiempo litúrgico de la Navidad.
Y el bautismo de Jesús a manos de Juan el Bautista, según el Evangelio de Lucas, vertebró el comentario de Jorge Mario Bergoglio ante las miles de personas que escuchaban en la plaza de San Pedro, para señalar que, antes de sumergirse en el agua, Jesús “se sumerge en la multitud, se une a ella y asume plenamente la condición humana, compartiendo todo, excepto el pecado”.
“Al unirse a las personas que le piden a Juan el bautismo de conversión, Jesús también comparte el profundo deseo de renovación interior”, añadió el Papa, que subrayó que lo mismo que el Espíritu Santo descendió sobre Él “en forma corporal, como una paloma”, como señal del amor de Dios, “este amor del Padre, que recibimos el día de nuestro bautismo, es una llama que ha sido encendida en nuestros corazones, y requiere que seamos alimentados por la oración y la caridad”.
La “comunión con el Padre”, es decir, la oración, fue el siguiente aspecto que glosó Francisco, tras la inmersión en las personas y en el agua del Jordán de Jesús. “El bautismo es el comienzo de la vida pública de Jesús, de su misión en el mundo como enviado del Padre”, una misión que “se realiza en una unión constante y perfecta con el Padre y el Espíritu Santo. Incluso la misión de la Iglesia y la de cada uno de nosotros, de ser fieles y fructíferos, está llamada a ‘injertarse’ en la de Jesús”, añadió.
“Se trata –abundó el Pontífice– de regenerar continuamente la evangelización y el apostolado en la oración, para dar un claro testimonio cristiano, no de acuerdo con nuestros proyectos humanos, sino de acuerdo con el plan y el estilo de Dios”, por lo que invitó en esta Fiesta del Bautismo a “renovar con gratitud y convicción las promesas” de este sacramento, “comprometiéndonos a vivir diariamente en armonía con él”.
“¿Quién de ustedes conoce la fecha de su bautismo?”, les preguntó el Papa, levantando la vista de los papeles y mirando hacia la plaza. “Si no la conocen, cuando regresen a casa, pregunten a sus padres, a sus familias, en qué fecha ha sido bautizados y no la olviden, que sea una fecha para festejar cada año”.
Tras el rezo del ángelus, Bergoglio saludó a los numerosos peregrinos congregados, entre ellos, a los llegados desde Los Santos de Maimona y Talavera la Real, invitando –antes de despedirse y pedir que “recen por mí”– a “invocar al Espíritu Santo más a menudo, en nuestros días, para vivir las cosas comunes con amor, y así hacerlas extraordinarias”.