Andrea Monda: “El periódico de una Iglesia en salida debe salir del círculo de la autorreferencialidad”

Andrea Monda, director de L'Osservatore Romano

Las paredes y la librería del despacho del director de L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, están vacías. Solo han pasado cuatro días desde su nombramiento y a Andrea Monda, que trabajaba como profesor de Religión en un instituto de Roma mientras colaboraba con varias publicaciones, no le ha dado tiempo aún de llevarse a la oficina sus libros y sus cuadros. Solo ha colocado una cartulina en la que puede leerse “Ci mancherà un Monda”. Es el regalo de despedida de sus alumnos, que jugaron con su apellido para decirle que le echarán de menos “un mundo”.

PREGUNTA.- Esos chicos prepararon con usted las meditaciones del Vía Crucis que presidió Francisco en el Coliseo la pasada Semana Santa. ¿Le duele dejarlos? ¿Cómo ha acabado usted dirigiendo L’Osservatore Romano?

RESPUESTA.- Hace tiempo me llamó el prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, y me preguntó mi disponibilidad. Me dijo que estaba en perspectiva el cambio del director de L’Osservatore Romano dentro de la reforma de los medios de comunicación. De hecho, mi nombramiento se ha producido a la vez que el de Andrea Tornielli como director editorial. Es una gran oportunidad y, si eres católico y la Santa Madre Iglesia te hace una petición, debes responder. Ofrecí mi disponibilidad, aunque eso significaba dejar la escuela, lo que me resulta doloroso. A los chicos les he dicho que dejo el instituto, no a ellos. La relación personal la mantendremos.

P.- Cuando la Santa Sede informó de su nombramiento el 18 de diciembre, usted declaró que quería abrir L’Osservatore Romano a los jóvenes. ¿Cómo se hace eso?

R.- Los diarios no están hechos para los jóvenes. No los leen. ¿Qué puede hacer L’Osservatore Romano para seguir la línea de Iglesia en salida marcada por el Papa? Los medios de comunicación a menudo no hacen comunicación, sino que viven dentro de una autorreferencialidad. Hablan solo entre ellos y sobre ellos. Crean un mundo que no es el de la gente común, el del pueblo. El periódico de una Iglesia en salida debe salir del círculo de la autorreferencialidad, que determina la falta de amor de los lectores, tanto jóvenes como mayores.

P.- ¿Por qué le han elegido a usted como director?

R.- Tal vez por la esperanza de ampliar la base de lectores a franjas de edad no habituales, como los jóvenes. También porque soy un periodista que durante 30 años me he ocupado de muchas cosas, desde la literatura al cine o la música, pasando también por el Vaticano. Por una suerte de eclecticismo y de versatilidad, por la que en un mundo posmoderno, en el que todo cambia velozmente, tal vez yo podría estar a la altura para conjugar una fidelidad a la institución y a la tradición, pero dentro de una reforma que debe conjugar la web y todos los medios de comunicación. Han buscado una ductilidad. Los 18 años que he dedicado a la educación me han forjado una capacidad de paciencia y escucha. Yo veo un diario no solo como un órgano que dice, sino también que hace decir, que busca la voz de quien no la tiene. Intenta dar espacio y escuchar. Un periódico como L’Osservatore Romano, que tiene detrás una red mundial, puede convertirse en un lugar donde escuchar la voz del pueblo, también del que no tiene voz.

P.- ¿Seguirán las ediciones en diversas lenguas y el suplemento mensual femenino, Donne Chiesa Mondo, que se distribuye en español con Vida Nueva?

R.- Seguirán ambos, tanto las ediciones en diversas lenguas como una atención al mundo de la mujer. No sé si la forma será la misma que la actual. Querría valorizar más la voz femenina dentro de L’Osservatore Romano. Pero sobre la forma es aún pronto: debo conocer y ver lo que hay. Estudiaré cómo valorizar las ediciones internacionales y aumentarlas, tal vez. También debo ver cómo potenciar el aspecto de la dimensión femenina, pero he de razonar sobre cómo será el formato.

P.- ¿Le han marcado Ruffini o la Secretaría de Estado algunos objetivos concretos que debe alcanzar en el diario?

R.- Hablé con el prefecto sobre la importancia de valorizar la peculiaridad de L’Osservatore Romano. Hay que potenciar la dimensión internacional y también la profundización cultural y teológica. Es una joya del sistema de comunicación, porque une la tradición y la historia de la Iglesia, que no debe perderse por un ‘nuevismo’ que significaría digitalizarlo todo. Pero me han dado carta blanca. Debemos dar sentido a la presencia de un diario hoy, para que la noticia sea el inicio de la profundización. Se me ha pedido, además, que ejercite la fantasía, algo que no me falta, pues soy un experto en Tolkien.

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