Desde este miércoles, 16 de enero, Raúl Berzosa ha dejado de ser oficialmente el obispo de Ciudad Rodrigo. Según ha confirmado la Conferencia Episcopal a través de un comunicado, “después de un período de reflexión y renovación espiritual”, el prelado habría presentado su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis mirobrigense. De esta manera, Roma permitiría al obispo continuar en su situación de retiro temporal, pero sin estar al frente del gobierno de una diócesis concreta.
El Papa ha aceptado ‘simpliciter’ la decisión de Berzosa, de 61 años, una fórmula latina con la que se busca eximir de más argumentos a la renuncia y respetar su privacidad. La noticia llega seis meses después de que Francisco concediera al pastor de Ciudad Rodrigo dejar su sede episcopal “por motivos personales”, tras siete años al frente en lo que parecía una decisión temporal.
Miembro del Pontificio Consejo para la Cultura, Berzosa es vicepresidente de la fundación Las Edades del Hombre y hermano de madre Verónica Berzosa, fundadora del instituto religioso Iesu Communio.
En este comunicado, también se da a conocer que se produce un nuevo relevo al frente de la diócesis. Si para la “excedencia” provisional de Berzosa se escogió hace unos meses al arzobispo emérito de Burgos, Francisco Gil Hellín, como administrador apostólico de Ciudad Rodrigo a la espera de un nuevo prelado, este también ha renunciado de forma inesperada a este cometido “por motivos personales”.
Asumirá esta responsabilidad Jesús García Burillo, obispo emérito de Ávila, que ejercerá como administrador apostólico “sede vacante” cuando apenas había comenzado su “jubilación”.