Con motivo del inicio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el papa Francisco ha presidido durante la tarde de hoy, 18 de enero, la celebración de las Vísperas en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma y en presencia de los principales representantes de otras Iglesias presentes en Roma, así como de la delegación ecuménica de Finlandia y fieles de distintas confesiones.
“La unidad de los cristianos es fruto de la gracia de Dios y hemos de disponernos a recibirla con un corazón generoso y servicial”, ha afirmado Francisco. En ella, ha comentado el texto del libro del Deuteronomio en el que se basa el lema del octavario de oración de este año: ‘Actúa siempre con toda justicia’.
“Los cristianos de Indonesia, reflexionando sobre la elección del tema para esta Semana de Oración”, ha señalado Bergoglio, “decidieron inspirarse en estas palabras del Deuteronomio” ya que a ellos “les preocupa mucho que el crecimiento económico de su país, movido por la lógica de la competición, deje a muchos en la pobreza, permitiendo que solo unos pocos se enriquezcan enormemente”. Por todo ello “está en riesgo la armonía de una sociedad, en la que conviven personas de diferentes grupos étnicos, idiomas y religiones, compartiendo un sentido de responsabilidad recíproca”.
Pobreza junto a rascacielos
Sin embargo, Francisco ha recordado que esto no solo es aplicable a Indonesia, ya que “esta situación se repite en el resto del mundo”. “Cuando la sociedad ya no tiene como fundamento el principio de la solidaridad y el bien común”, ha apostillado el Santo Padre, “se produce el escándalo de ver a personas que viven en la pobreza extrema junto a rascacielos, hoteles imponentes y lujosos centros comerciales”, añadiendo que la sociedad actual ha olvidado “la sabiduría de la ley mosaica, según la cual, si la riqueza no se comparte, la sociedad se divide”.
“Incluso entre los cristianos existe el riesgo de que prevalezca la lógica conocida por los israelitas en la antigüedad y por el pueblo indonesio en la actualidad”, es decir, olvidar a los más débiles y necesitados en el proceso de “acumular riquezas”.
Por ello, el Papa ha señalado una “igualdad fundamental” común a todos los seres humanos, que no es otra que “en el principio todos éramos esclavos del pecado y el Señor nos salvó en el bautismo, llamándonos hijos suyos”.
“Una fiesta que incluye a todos”
“¿Cómo podremos entrar así en el Reino prometido?”, ha preguntado Francisco. “El culto que corresponde a ese Reino, el culto que reclama la justicia, es una fiesta que incluye a todos, una fiesta en la que los dones recibidos se ponen a disposición y se comparten”.
Por eso, para alcanzar esa “tierra prometida” que es la unidad, “ante todo debemos reconocer con humildad que las bendiciones recibidas no son nuestras por derecho, sino por un don, y que nos han sido dadas para que las compartamos con los demás”.
Por otra parte, Francisco ha animado a los católicos a “reconocer el valor de la gracia concedida a otras comunidades cristianas” para, de esta manera, crear “un pueblo cristiano renovado y enriquecido por este intercambio de dones” y que sea “capaz de caminar con paso firme y confiado por el camino que conduce a la unidad”.