Un 23 de enero de hace 61 años un golpe de estado acabó con la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez en Venezuela. Con motivo de esta efeméride, la presidencia de la Conferencia Episcopal de Venezuela, la CEV, ha emitido un comunicado en el que ensalza la llegada de la democracia al país americano como “un signo inspirador del triunfo de la racionalidad social ante el abuso del poder”.
Para los prelados, el hecho trajo una “democracia que siendo perfectible, logró hacer germinar en varias generaciones los valores inherentes a ella”. Frente a estos valores, “lamentablemente, el deterioro de la vida democrática por factores conocidos por todos abrió las puertas a que se fuera introduciendo un régimen de gobierno en el que muchos cifraron sus esperanzas, pero que, a la postre ha resultado contrario a los principios de la ética social y al respeto de la dignidad humana”, denuncian.
Ratificándose en su “exhortación al pueblo” del pasado 9 de enero, critican el “deterioro” en el respeto a los valores democráticos con la actual “tragedia nacional”. Los prelados señalan que “es notorio que la mayoría del pueblo pide un cambio de rumbo” a través de “un período de transición hasta elegir nuevas autoridades nacionales”. Un “descontento generalizado” que se materializará en varias marchas por todo el país en este día y que para los obispos “constituyen un signo de esperanza, algo nuevo que está comenzando a generarse en nuestro país” en sintonía con la democracia y la constitución venezolana.
“Estas marchas no son el final del camino, sino un signo de futuro en proceso que debemos construir entre todos, sin excepción”, señalan en el comunicado firmado por el presidente José Luis Azuaje Ayala y sus vicepresidentes y el secretario. Por ello, reclaman “a la Fuerza Armada Nacional y a los diversos órganos de seguridad del Estado para que protejan a la población, la acompañen y respeten con un sentido cívico” en sus protestas.
Pidiendo calma para los grupos anarquistas, desena la paz para todo el pueblo. Proponen, además, que la jornada sea también “un día de reflexión y oración”, alentando la “búsqueda de bienestar y libertad” de las familias venezolanas.