Unos 400 jóvenes venezolanos –en suelo panameño– están viviendo con intensidad, alegría y devoción la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) . Pese a los momentos de tensión política en su país, el encuentro con el papa Francisco les ha inyectado aires de esperanza. Todos coinciden que es una experiencia significativa en la cual han podido encontrar el rostro de un Dios único y universal en medio de la diversidad de idiomas y de culturas.
Con la ceremonia de bienvenida al Papa extendieron una inmensa bandera con un ‘pray for Venezuela’ (ora por Venezuela), han participado del viacrucis presentando el mayor de los flagelos vividos por la juventud venezolana: el éxodo. No obstante, en sus corazones yace la alegría que después de la tormenta siempre sale el sol y millones volverán para reencontrarse con sus familias y amigos.
Vida Nueva conversa con cuatro jóvenes peregrinos y un sacerdote. En sus testimonios está reflejado el sentir de millones –tanto afuera como adentro de su país– que comparten el anhelo de volver a la patria para reconstruirla sin distingo de ideologías políticas, creencias o razas. Sueñan con una Venezuela libre y próspera, que nuevamente se convierta en tierra de acogida.
“En los jóvenes está la esperanza”
Adonis Jiménez, con sólo 19 años, oriundo de Valle de la Pascua, llanos centrales del país, cuenta que “la JMJ me ha dejado muchas cosas, principalmente un encuentro más cercano con Cristo a través de muchos jóvenes aquí presentes. En medio de tantos idiomas, entre muchas formas de ser y muchas culturas, me ha hecho saber que Dios es único y universal”.
“No es fácil el contexto que vivimos en este momento, pero queremos a través de este evento demostrar que en los jóvenes está la esperanza, debemos orar mucho por nuestro país, debemos tener presente que Dios está con nosotros. Los jóvenes regresarán a Venezuela para tener una vida digna”, ha dicho.
Muchas muestras de solidaridad
Inés María Polanco, de 21 años, de la diócesis de San Fernando de Apure, al suroccidente del país, siente en su corazón una sensación agridulce pues parte de su corazón está en los actuales momentos en Venezuela, “ya que toda esta alegría, toda esta emoción que sentimos aquí ciertamente nos da esperanzas para regresar, pero al mismo tiempo no dejamos de estar atentos a lo que sucede en nuestro país”.
“Hemos encontrado acá muchas palabras de aliento, muestras de apoyo, lo que no ha dejado que nuestras fuerzas desfallezcan. Gracias por todo esto, sabemos que no estamos solos y sabemos que este deseo de salir adelante y de conseguir la libertad muchos hermanos de otros países también lo comparte”, cuenta.
“El mundo reza por nosotros”
Erinson de Jesús Bustamante, representante de la Pastoral Universitaria de Venezuela, es un joven psicólogo que ha renovado su esperanza y compromiso por construir un mejor país a pesar de la situación de crisis y conflictos profundos de la nación suramericana.
“Sé que no estamos solos, el mundo reza por nosotros, recibe a nuestros hermanos y hermanas que emigran, ayudan económicamente, se preocupan por los que vivimos en Venezuela, sufren y se esperanzan con nosotros”, añade.
Con la JMJ ha ratificado la necesidad de construir puentes y derribar muros para “unirnos en la lucha por la justicia y la paz, reconociendo a todos en Venezuela y trabajando por los más indefensos, amando de verdad y no solo por ‘pavoneo’ o ‘show’ como decía el Papa”.
Mayor compromiso por Venezuela
María José Salazar es del movimiento Juvenil Salesiano y participar en la JMJ ha significado para ella un camino precedido de muchos esfuerzos y sacrificios. Primero el asunto de que la visa –exigida a venezolanos en Panamá– fuera aprobada y, sobretodo, dudando de la posibilidad de conseguir todo el dinero que se necesitaba.
“No solo fue aprobada la visa, sino que a mi esposo le aprobaron la prórroga [del pasaporte] en menos de dos semanas, ¡este procedimiento puede tardar una eternidad!, no sólo se consiguió el dinero sino que un hermano pudo conseguir una donación para completar lo que nos faltaba para los pasajes”, recuerda.
Para la joven salesiana estar participando de la JMJ “es estar aquí con la mente en Venezuela, por todo lo que actualmente está ocurriendo, pero es sentir que tu compromiso como venezolano ha aumentado”.
Recargar la fe y la experiencia en Dios
Finalmente Deiby Sánchez, presbítero del vicariato apostólico de Puerto Ayacucho (Amazonas), oriundo del estado Táchira, trabaja en el eje carretero norte de Puerto Ayacucho, donde atiende a comunidades indígenas, ha dicho que “Venezuela no está nada bien, estamos viviendo momentos muy difíciles, y hemos venido hasta la JMJ como signo de esperanza, a recargar nuestra fe y nuestra experiencia de Dios”.
A propósito de los últimos acontecimientos de xenofobia en Ecuador, comentó que “es una gracia de Dios que en medio de una multitud de jóvenes que siguen moviéndose para ver unos segundos al Santo Padre, una joven de Ecuador se me acercó para establecer lazos de paz y reconciliación entre los pueblos”.
“El amarillo, el azul y rojo de nuestras banderas se entrelazan a los pies de Jesús de Nazaret, y desde nuestra juventud también tocamos el borde de su manto que para que nuestras hemorragias sanen y podamos caminar por las sendas de la paz”, ha referido el joven presbítero.