Encuentro con los voluntarios de la JMJ de Panamá en el Estadio Rommel Fernández. Turno, una vez más, para la improvisación. El papa Francisco ha querido compartir con todos una de las anécdotas de este encuentro. Se topó con una anciana que portaba un cartel que rezaba así: “Santidad, las abuelas también hacemos lio”. Se acercó a hablar con ella. Le pareció mayor y le preguntó su edad. “Tenía 14 años menos que yo. ¡Qué vergüenza!”, ha dicho, provocando las risas de los voluntarios. Ella hace “lío con sabiduría”: “Por favor, júntense con los abuelos para armar lío”.
Tras escuchar los testimonios de tres voluntarios y el discurso del arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, Jorge Mario Bergoglio ha tomado la palabra para agradecer toda la labor realizada por los voluntarios. “Qué importante es escucharlos y darnos cuenta de la comunión que se genera cuando nos unimos para servir a los demás. Experimentamos cómo la fe adquiere un sabor y una fuerza completamente nueva: se vuelve más viva, dinámica y real. Se experimenta una alegría diferente por haber tenido la oportunidad de trabajar codo a codo con otros para lograr un sueño común”, ha dicho.
Por eso, “ahora saben cómo palpita el corazón cuando se vive una misión, y no porque alguien se los contó, sino porque lo vivieron. Tocaron con su propia vida que ‘no hay amor más grande que dar la vida por los amigos’ (Jn 15,13)”. Y “han tenido que vivir momentos duros”, pero “la belleza de sabernos enviados, la alegría de saber que por encima de todos los inconvenientes tenemos una misión que llevar adelante. No dejar que las limitaciones, debilidades e incluso pecados nos frenen e impidan vivir la misión. Pusiste el servicio y la misión en primer lugar, el resto vas a ver que vendrá por añadidura”.
Asimismo, el Papa les ha agradecido que durante “estos días hayan estado atentos y pendientes hasta de los más pequeños, cotidianos y aparentemente insignificantes detalles, como ofrecer un vaso de agua, y a la vez atendieron las cosas más grandes que requerían de mucha planificación”.
Y todo lo han preparado con “con alegría, creatividad y compromiso, y con mucha oración”. Porque “las cosas rezadas se sienten con hondura. La oración le da espesura y vitalidad a todo lo que hacemos”, ha explicado. Y es que “rezando descubrimos que somos parte de una familia más grande de lo que podemos ver e imaginar. Rezando le ‘abrimos la jugada’ a la Iglesia que nos sostiene y acompaña desde el cielo, a los santos y santas que nos han marcado el camino, pero sobre todo ‘le abrimos la jugada’ a Dios”.
Bergoglio les ha agradecido, además, su compromiso: “Podrían perfectamente haber optado por otras cosas, pero quisieron comprometerse”. “Dar lo mejor de sí para hacer posible el milagro de la multiplicación no solo de los panes sino de la esperanza. Aquí, una vez más, demuestran que es posible renunciar a los propios intereses en favor de los demás”, ha continuado.
Del mismo modo, ha recalcado que “cada vez que postergamos algo que nos gusta por el bien de otros y especialmente de los más frágiles, o de nuestras raíces como son nuestros abuelos y ancianos, el Señor nos lo devuelve ciento por uno. Porque en generosidad nadie le puede ganar, en amor nadie lo puede superar”.
Antes de concluir, el Papa les ha encargado una misión. “Vayan y cuenten, vayan y testimonien, vayan y contagien lo que han visto y oído. Todo esto queridos amigos dénlo a conocer. No con muchas palabras sino, como lo hicieron aquí, con gestos simples y cotidianos, esos que transforman y hacen nuevas todas las horas”. Por último, ha repetido, como en Cracovia: “Yo no sé si en la próxima JMJ estaré, pero Pedro seguro estará y los confirmará en la fe. Sigan adelante, con coraje y valentía y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.