El pontificado de Francisco ha supuesto un hito en la historia de la Iglesia con sus gestos y con su forma de comunicar. Precisamente en esta línea se ha centrado la ponencia de Ciriaco Benavente, obispo emérito de Albacete, celebrada hoy, 29 de enero, con motivo de la XXX Semana de Teología Pastoral organizada por el Instituto Superior de Pastoral, y que se ha celebrado en el Auditorio Ángel Herrera de Madrid.
‘Lo que ahora nace en sintonía con el papa Francisco’ es el título de la conferencia de Benavente, en la que se ha subrayado de qué manera el evangelizar ha sido para Bergoglio “la principal misión de la Iglesia”, la que no puede olvidar. Una Iglesia que “necesita, como ha mostrado el Papa, más gestos que textos y más olor a pueblo”.
“La experiencia de Francisco se ve enriquecida por la Iglesia latinoamericana y la teología argentina que mira al pueblo pobre y a cada persona como hijo que necesita ser escuchado”. Por todo esto, la novedad de Bergoglio como Papa es que en él “es reseñable el lenguaje de los gestos”. “Viéndole hablar y actuar su forma de ser es todo un mensaje”. De hecho, “si todos los católicos fuéramos así sería palpable que algo está cambiando, ya que en él se vislumbra una nueva forma de comunicar sencilla, directa, cercana, en la que se adivina una gran coherencia entre lo que dice y lo que hace”.
Benavente ha recordado en su ponencia que “tenemos que estar abiertos a la sorpresa de Dios”, y para ello ha recordado las palabras de Francisco en un medio de comunicación italiano al ser elegido Papa: “Me han dado una gran sorpresa, pero no saben que las sorpresas las estoy preparando yo”. De esta manera, ha apuntado los pasos de Bergoglio en lo que al sentido pastoral de su pontificado se refiere. “Ya no sirve una simple administración, situémonos en todos los puntos de la Tierra en proceso permanente de misión”, ha dicho.
El pontificado de Francisco llegó en un momento en el que en la Iglesia existía “una preocupación, presente en casi todas las diócesis” en cuanto a la misión y la forma de estar como cristianos en el mundo. “Los obispos hemos estado preocupados mucho tiempo por buscar qué podemos cambiar para no cosechar los mismos fracasos”, ha afirmado.
Y es que “no sentimos que nuestras iglesias estén en ebullición, seguramente porque no hayamos dado los pasos necesarios o no hayamos sabido ver la gravedad de la situación que atravesamos”. Por eso, el “gran valor” de Francisco ha sido el ser capaz de mirar “al problema de manera directa, y por eso no deja de sacudir nuestras aguas”.
“Creo que uno de los problemas fundamentales a los que nos enfrentamos es que contamos con pocos cristianos realmente evangelizados”, ha apuntado Benavente. Sin embargo, como muestra el Papa, “no hay que perder la esperanza” ya que los procesos “son lentos y los objetivos no se logran de la noche a la mañana”. Esto es importante “para no desanimarnos, para no caer en el derrotismo”, sino para “reconocer con mucha esperanza que contamos con minorías preciosas para abrir caminos y ser modelos de referencias”.
“Hay grupos que dicen que el Papa está haciendo una Iglesia nueva, oponiéndose a sus predecesores”. Pero para Benavente, en Francisco “se palpa la influencia del Vaticano II y de su admirado Pablo VI”. Es importante para él, además, San Juan Pablo II y, cómo no, “Benedicto XVI y su sínodo para la transmisión de la fe”.
“La hoja de ruta que Francisco nos marca tiene las características necesarias para calar en los hombres y mujeres del siglo XXI”, ha subrayado Benavente, que también ha animado a “reflexionar cómo estamos incorporando estas propuestas a nuestra misión”.