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Silas Siakor: “Nuestra lucha contra las multinacionales no es solo por Liberia, sino por toda África”

  • Presentación en Madrid de Mundo Negro, que le ha concedido su Premio a la Fraternidad 2018
  • La revista comboniana destaca su lucha contra la tala ilegal y por los derechos de las comunidades rurales
  • Consigió mostrar ante la ONU que el presidente Taylor tenía acuerdos ocultos con empresas extranjeras





A través de un encuentro con los medios en su sede en Madrid, este jueves 31 de enero, Mundo Negro ha presentado a Silas Siakor, a quien la revista de los combonianos ha otorgado su Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2018.

Siakor es todo un referente en la lucha por los derechos humanos y la defensa del medio ambiente en su país, Liberia, y a nivel mundial, obteniendo en 2006 el Premio Medioambiental Goldman, que vendría a ser el Nobel de la justicia climática. Su acción como activista comenzó en Liberia en 2002, cuando fundó el Instituto de Desarrollo Sostenible para apoyar a las comunidades locales a la hora de recibir una compensación justa por los beneficios obtenidos por las grandes empresas a la hora de explotar los recursos de sus regiones.

Huida de miles de personas

Esta acción, por la que ha denunciado que las descontroladas explotaciones de madera y diamantes han degradado el entorno y han forzada la huida masiva de miles de ciudadanos de sus hogares, le han llevado a numerosos enfrentamientos con las autoridades y con las multinacionales que operan en la región, que le consideran un elemento hostil (y un obstáculo en sus intereses).

Como ha destacado el director de Mundo Negro, Jaume Calvera, Siakor, nacido en 1970, pasó una infancia feliz viendo como natural la vida “entre bosques frondosos”; y es que el bosque tropical de Liberia es uno de los mayores tesoros ambientales del África occidental. Todo cambió en 1980, cuando un golpe de Estado dio inicio a una época marcada por la violencia, con dos conflictos civiles entre 1986 y 1996 y entre 1999 y 2003.

Un drama oculto

Entonces, el joven comenzó una “labor de distribución de ayuda humanitaria a las comunidades más afectadas, especialmente en el mundo rural”. Allí, ha relatado el comboniano, “fue cuando, hablando con la gente, concoció el drama de la tala ilegal”, que devastaba el entorno y afectaba gravemente la vida de la población local.

A través del Instituto de Desarrollo Sostenible, Siskar pudo documentar que el entonces presidente, Charles Taylor, tenía acuerdos secretos con distintas empresas extranjeras para promover la tala ilegal de bosques y la posterior exportación de la madera a países occidentales. Un claro caso de corrupción por el que el mandatario se enriquecía ilícitamente. La denuncia ante la comunidad internacional de este negocio oculto (que pasaba por el asesinato de los pobladores de las zonas que querían devastar a través de milicias gubernamentales) llegó a la ONU, que impuso la prohibición de este comercio.

Tuvo que exiliarse

Fue el momento más delicado para este activista y sus colaboradores, pues Taylor les señaló directamente y, tras varias amenazas nada veladas, tuvieron que exiliarse durante un año. A la la caída del presidente y su sucesión por Ellen Johnson-Sirleaf, en 2006, se abrió una nueva etapa por la que han conseguido “que aldeanos que se niegan a que las multinacionales ocupen su territorio sin cumplir con lo pactado, se lo hayan podido decir a la cara al ministro de Justicia, al de Economía o a la mismísima presidenta“. Así lo ha contado ante los medios el propio Siakor, que ha reivindicado que “nuestra lucha no es solo por Liberia, sino por toda África”.

El líder social ha mostrado su admiración por las miles de personas y comunidades (están presentes en ocho de las 15 provincias del país) a las que apoyan en su causa, “demostrando que se puede mejorar la propia vida desde el valor y el coraje”. Así, pese al dolor padecido en tantas ocasiones, ha asegurado que “esta es una historia positiva, la de un pueblo que es capaz de levantarse y luchar”.

Formación y empoderamiento

El día a día de su acción, además de la denuncia pública, es “la capacitación y el empoderamiento de las comunidades locales, formándolas y acompañándolas para que puedan defender ellas mismas sus derechos ante los representantes públicos“. Así es como en varias ocasiones han obtenido significativos triunfos, como la paralización de proyectos en los que las multinacionales no han cumplido con los acuerdos que supuestamente han firmado.

El último reto, ha reconocido Siakor, es ciertamente complejo: “Aunque con este Gobierno se ha dado un paso en materia de derechos y de reglamentos, la realidad es que sigue siendo una tarea pendiente la aplicación concreta de la mayoría de esas legislaciones”. Y es que estamos ante “un Ejecutivo débil” del que “se aprovechan las compañías extranjeras”, que, frente a lo comprometido, operan cerca de ríos (con lo que dañan fuentes de agua potable) y en zonas con relieve, por lo que provocan desprendimientos de la tierra. Por no hablar de que “olvidan su compromiso de construir carreteras, hospitales y escuelas para las comunidades locales”.

Acuerdo con la Unión Europea

Aunque valora que “es mucho lo avanzado si miramos el panorama que había hace 15 años”, cree que hay una vía específica en la que hay que trabajar para promover un cambio real: “Un acuerdo comercial entre Liberia y la Unión Europea, que sea justo y libre, y que limite la acción indiscriminada de estas multinacionales“.

Empresas como Aslo Metal, con sede en Luxemburgo y una de las principales fabricantes de acero del mundo, o las productoras de aceite de palma de Malasia e Indonesia perderían mucho con este acuerdo… Pero triunfarían los derechos humanos y la justicia climática.

 

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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