“Estoy convencido de que la dificultad que vivimos en nuestras culturas, digamos, ‘evolucionadas’, sobre pensar acerca de la diferencia sexual, nace de que hemos perdido el significado de la Trinidad”, ha dicho el cardenal Angelo Scola, arzobispo emérito de Milán, durante la presentación de su libro ‘He apostado por la libertad’ (Ediciones Encuentro) en el Auditorio Bankia de Madrid.
El libro, que como el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha señalado, es una muestra de cómo Scola “se ha dejado narrar por una experiencia de vida en la que el Señor se ha hecho presente como un contemporáneo que permite mirar la realidad desde una nueva manera”. Una perspectiva de libertad.
“No me extraña que una cultura que ha olvidado que en el mismo Dios existe la realidad de la diferencia sin que esto ponga en duda la unidad de la sustancia”, ha enfatizado Scola, “le cueste pensar en la diferencia sexual”. Y es que en la familia, “que es la unión entre el hombre y la mujer”, converge la “luz del misterio trinitario”
Actualmente, “solo la Iglesia y ciertas escuelas psicoanalíticas defienden la diferencia sexual”, y lo hacen porque esta “es una dimensión intrapersonal, es como una capacidad de ir al encuentro del otro”.
Para el cardenal se hace esencial establecer que “la diferencia sexual” entre hombre y mujer no es lo mismo que la “diversidad”, ya que esta última implica “una dimensión interpersonal”. “En este sentido, hay un gran equivoco porque las utilizamos como si fueran sinónimos, pero son muy distintas”, ha subrayado.
“La sorpresa que despertó la llegada de Juan Pablo II con su teología del cuerpo merece que retornemos sobre ella”, ha indicado, ya que, bajo su experiencia, “muchos la nombran, pero parece que no la han comprendido”.
En esta teología, expresada en las cartas apostólicas del Papa y santo, “Juan Pablo II hace una elección radical porque, pensando en el valor de la unidad dual entre hombre y mujer, supera una prohibición que había habido en la Iglesia durante siglos y en la que establece una dimensión común del amor basado en la Trinidad”. Así, el “ministerio nupcial” parte de “la diferencia que nos conduce al otro y que, existiendo nosotros en una realidad corporal no puede tener otro final que la fecundidad”.
Por todo ello, Scola ha destacado que, si bien muchas veces se habla de que “la familia está en crisis”, lo que realmente parece estar en entredicho es “la relación de la pareja hombre y mujer”, y esto es, precisamente, “un aspecto que hay que tener muy en cuenta”.
En cuanto a la situación actual del cristianismo en Europa y del “método cristiano”, Scola ha dicho que “se habla mucho de método pero a mi parecer se hace de una manera equivoca, porque se confunde con técnicas, como si Jesús no nos hubiera dejado un método de vida cristiana y fuera cosa nuestra crearlo”.
“En una sociedad plural la fe está sometida a diversas interpretaciones” ha continuado, destacando dos visiones principales. “La primera es la reducción del acontecimiento de Cristo y de la Iglesia a una serie de valores que permitan a una sociedad plural permanecer unida ya que estamos obligados a estarlo”.
Sin embargo, los cristianos “no pueden comprender que, si incluso la secularización ha fallado, ya que estamos en una sociedad postsecular, es porque estos valores no pueden ser un elenco de proposiciones escritos en un folio, porque estos valores no se pueden desvincular de la presencia singular de la venida de Cristo”.
La segunda visión para Scola “es la que dice inspirarse en la carta a los Hebreos, que afirma que el único problema del cristiano es llevar la cruz a los demás, y en lo demás hacer lo que quiera”. Esto, para el cardenal, es “una diáspora sumergida, pero muy extendida en Italia”. Sin embargo, “tanto Benedicto XVI como Francisco han afirmado muchas veces que el cristianismo no es una idea ni una ética, sino el encuentro con Cristo en una comunidad cristiana que además da un sentido de pertenencia”.