“Les pido y les animo a que su reflexión actual sobre los sacramentos nos ayude a continuar el camino hacia la plena comunión, hacia la celebración común de la Sagrada Eucaristía”. De esta manera se ha expresado hoy, 1 de febrero, el papa Francisco en audiencia con los miembros de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales, que han concluido hoy su semana de trabajo en esta 16º periodo de sesiones. El Papa ha querido también agradecerles “su compromiso para recorrer los caminos de la unidad y hacerlo con un espíritu fraternal”.
Francisco les ha recordado que “su diálogo ilustra bien cómo entre Oriente y Occidente ‘las diversas fórmulas teológicas a menudo se completan en lugar de oponerse’ (‘Unitatis redintegratio’, 17), como declaró el Concilio Vaticano II”. La Comisión ha dedicado esta sesión a reflexionar sobre el sacramento del matrimonio. “Me gusta pensar en lo que dice el Génesis: ‘Dios creó al hombre a su imagen; varón y hembra los creó’ (Gen 1,27). El hombre está totalmente a la imagen de Dios no cuando está solo, sino cuando vive en la comunión estable de amor, porque Dios es una comunión de amor. Estoy seguro de que su trabajo, realizado en un clima de gran armonía, beneficiará a la familia de los hijos de Dios”.
Por otro lado, Jorge Mario Bergoglio ha continuado su alocución refiriéndose a Oriente Medio, cuyas iglesias “experimentan la guerra, la violencia y la persecución”. En este sentido, ha recordado el Encuentro de Bari en julio de 2018, en el que los líderes de las Iglesias se reunieron para orar y reflexionar sobre la situación de Oriente Medio. Una experiencia que el Papa dijo esperar que se repita. Asimismo, “deseo asegurar a todos los fieles de Oriente Medio mi cercanía, mi pensamiento constante y mi oración para que esas tierras, únicas en el plan salvífico de Dios, después de la larga noche de conflicto puedan vislumbrar un amanecer de paz. Oriente Medio debe convertirse en una tierra de paz, no puede seguir siendo un campo de batalla”.
Por último, el papa ha señalado que “las vidas de los muchos santos de nuestras Iglesias son semillas de paz arrojadas a esas tierras y florecieron en el cielo”. “Desde allí nos apoyan en nuestro viaje hacia la plena comunión –ha recalcado–, un viaje que Dios desea, un viaje que nos pide que procedamos no de acuerdo con las conveniencias del momento, sino dóciles a la voluntad del Señor: que “todos sean uno” ( Jn 17, 21 )”. Y es que “nos llama, cada vez más, al testimonio coherente de la vida y a la búsqueda sincera de la unidad. La semilla de esta comunión, también gracias a su precioso trabajo, ha brotado y continúa siendo irrigada por la sangre de los testigos de la unidad, con tanta sangre derramada por los mártires de nuestro tiempo: miembros de diferentes Iglesias que, unidas por el sufrimiento común por el nombre de Jesús, ahora comparten la misma gloria”.