“¿Por qué no se habla de los obispos que violan monjas?”. Es la pregunta que lanza la directora de Donne Chiesa Mondo, Lucetta Scaraffia, en su nuevo artículo que se incluirá en el próximo número de la revista Vida Nueva. Después de denunciar en el suplemento de L’Osservatore Romano que “los abusos a monjas cometidos por sacerdotes son un acto de poder”, la pensadora italiana amplía en la publicación española su reflexión sobre esta lacra.
Así, Scaraffia analiza el reciente caso del sacerdote austriaco Hermann Geissler, que presentó hace unos días la renuncia a su cargo en la Congregación para la Doctrina de la Fe tras ser acusado por una religiosa de abusos en una confesión en 2009. “¿Por qué esto se ha convertido en un episodio clave en el ‘Me Too’ católico, mientras no se habla de los obispos que realmente han violado a monjas indefensas, religiosas que se ven obligadas a abandonar la vida religiosa o a abortar?”, revela Scaraffia.
De esta manera, una de las mujeres más influyentes en la Santa Sede, asegura no tener respuesta a la interrogante, a la vez que denuncia cómo ante estos hechos “no se ha planteado ninguna comisión para verificar los hechos y poner medios. Es cierto que no habría dado grandes resultados, pero al menos podría ser un signo de responsabilidad ante esta situación explosiva”.
“Todo fue silenciado. Como dijo el general De Gaulle, nada fortalece tanto la autoridad como el silencio. Y como siempre en el caso de los abusos, el silencio tranquiliza con impunidad a los culpables y los deja en libertad de cometer otros actos de violencia”, lamenta la historiadora y periodista al analizar los casos de violencia hacia las mujeres consagradas en el seno de la Iglesia. Para Scaraffia, “la batalla de las mujeres para obtener dignidad y respeto aún está muy lejos de sus objetivos”.