“Mi mayor anhelo es lograr que el sustrato de catolicidad y de los valores propios del Evangelio emerjan en esta ciudad como estilo de vida, como expresión cultural, todo fundamentado en el reconocimiento de la dignidad humana. Este es mi gran sueño”.
Así lo dijo el cardenal Carlos Aguiar Retes al cumplir un año de ministerio episcopal al frente de la Arquidiócesis de México, una de las más grandes del mundo, con casi nueve millones de habitantes, de los cuales aproximadamente 7.7 millones son católicos.
El arzobispo Aguiar tomó posesión de la Arquidiócesis el 5 de febrero del 2018, sucediendo al cardenal Norberto Rivera Carrera, quien se desempeñó como Primado de México por más de 22 años. Entrevistado por la revista Desde la fe, órgano informativo de la Arquidiócesis de México, Aguiar Retes se refirió a los retos pastorales proyectados para este 2019, su segundo año de ministerio en la capital del país.
Por principio de cuentas, el cardenal asegura que su gran anhelo de que el catolicismo emerja como un estilo de vida en la Ciudad de México no es una fantasía, pues considera que hay muchas expresiones que hablan de la existencia de este sustrato de catolicidad. Cita por ejemplo la gran solidaridad que se manifestó tras los terremotos de 1985 y 2017.
“Pero tenemos que pasar de esto, que por supuesto es muy bueno, a ser una sociedad en la que esos valores aparezcan no sólo en las emergencias, sino en la vida cotidiana, ordinaria, para ser una sociedad fraterna”.
Para lograr que este sueño se convierta en realidad, el cardenal Aguiar tiene muy claro que la clave está en lo que ha pedido el papa Francisco: ser una Iglesia en salida, auténticamente misionera, y para ello –dice– “hay que salir a los ambientes donde se encuentran las personas más vulnerables o con necesidades más evidentes”.
En este sentido, adelantó que en Cuaresma iniciará en la Arquidiócesis de México un proyecto a través del cual “vamos a ir identificando esos ambientes en los que debiéramos estar, pero no estamos presentes. Esta labor será determinante para llegar a aquellos que están necesitados de nosotros (…) Aquí está todo el arte y la clave de lo que tenemos que hacer”.
Durante este primer año de ministerio episcopal en la Ciudad de México, el Arzobispo Primado ha tenido que atender espiritualmente las diferentes realidades que se viven en la megalópolis: pobres, ancianos, empresarios, enfermos, políticos, jóvenes etcétera. Para ello, afirma que le ayudó mucho el hecho de haber llegado a la ciudad capital con casi 22 años de experiencia episcopal.
Considera que aunque, en menor tamaño, esas mismas realidades se experimentan en todas las diócesis. “El obispo, como cabeza, tiene que atender a todos los sectores: empresarial, obrero, jóvenes, adultos mayores, niños, y tiene uno que estar atento a escucharlos y favorecer su desarrollo y crecimiento”. El verdadero reto –apunta– más bien es el tamaño, no tanto la diversidad de sectores.
Para ello ha ido concretando una estrategia que consiste en una mayor participación de sus colaboradores. Y es que actualmente la Arquidiócesis de México está dividida en ocho vicarías, seis de las cuales tienen al frente un obispo auxiliar. Cuenta con 1,143 templos, de los cuales 467 son parroquias divididas en 62 decanatos.
Sobre las prioridades pastorales para este 2019, el Arzobispo de México destacó la importancia de continuar con una formación sacerdotal, humana, espiritual y pastoral, más adecuada a la realidad que vive la ciudad, así como apuntalar la centralidad en los servicios para dar un mayor orden y claridad.
“En 2019 –añadió- una de las principales prioridades es la comunión operativa. La Ciudad de México tiene muchas potencialidades, hay mucho trabajo, pero nos falta esta comunión operativa; es decir, no solamente tener buenas experiencias a lo largo del territorio arquidiocesano(…), sino alcanzar una comunión que nos ayude a tener mayor relevancia en la vida social de la ciudad”.
Una de las acciones más significativas en su primer año de ministerio como Arzobispo de México fue solicitar al papa Francisco la creación de tres nuevas diócesis desmembradas del territorio de la Arquidiócesis de México. Al respecto, Aguiar Retes explicó que esto se debe, en primer lugar, a la grave carga que tiene hoy el Arzobispo de México.
Afirmó que en una arquidiócesis tres veces más grande que la de Tlalnepantla –de la que fue arzobispo por nueve años– es imposible ser pastor cercano y conocido. “Con la creación de nuevas diócesis, ciertos ámbitos homogéneos, como son Xochimilco, Iztapalapa y Azcapotzalco, tendrán un obispo propio, cercano, y los fieles podrán sentir a su pastor”.
También explicó que el proyecto contempla generar una nueva provincia eclesiástica en la Ciudad de México; es decir, la Arquidiócesis de México y sus tres sufragáneas: Diócesis de Azcapotzalco, Diócesis de Iztapalapa y Diócesis de Xochimilco, serían una sola provincia.
De esta manera –abundó– vamos a trabajar en la homologación de los procesos pastorales, ayudarnos solidariamente en la atención y formación de los sacerdotes, en la resolución de casos de nulidad matrimonial y otros asuntos con un solo tribunal eclesiástico.
Detalló que serán seis o siete aspectos que permitirán a la provincia mantener unidad. “Pero esto tardará; si llega pronto, sería en los últimos tres meses del año”, aclaró.