Con la intervención del obispo de Ocaña, Gabriel Villa Vahos, quien ha hecho parte de la comisión humanitaria en la que también participó la Defensoría del Pueblo, este domingo 3 de febrero Colombia recibió la noticia del regreso a la libertad de los tres tripulantes del helicóptero de la empresa de valores Aerocharter Andina, que había sido derribado por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) el pasado 11 de enero, cuando intentaba aterrizar en una zona rural del Catatumbo, entre Cucutilla y La Playa, en Norte de Santander.
En palabras de Villa Vahos, la gran lección que deja la liberación de Carlos Quiceno, Julio Díaz y Maxwell Joya, es la necesidad de “abrir un diálogo para escuchar más a las comunidades de las regiones”, como lo expresó ayer (4 de febrero) ante los medios de comunicación, en el marco de la 107 Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano.
Diálogo en el Catatumbo
“El Catatumbo tiene unas particularidades que de pronto desde el interior no se comprenden”, dijo el obispo de Ocaña, argumentando que “hay que fomentar el diálogo regional” en la búsqueda de caminos que ofrezcan soluciones a la violencia que padece la región.
En esta espiral de violencia “los que más sufren son los campesinos, la gente sencilla, quienes viven atemorizados y esto no permite el progreso”, denunció el prelado, reiterando la voluntad de la Iglesia colombiana de defender a las comunidades y apoyar las acciones humanitarias que se requieran para lograr la reconciliación y la paz.
Con relación a los diálogos entre el gobierno del presidente Iván Duque y el ELN, planteó que “se debe hacer un discernimiento muy claro hacia dónde van y ver qué intenciones tiene cada parte. Si no hay una perspectiva clara no tendrían razón de ser”, concluyó el obispo de Ocaña.