El diálogo interreligioso, la crisis de Venezuela, los abusos sexuales a religiosas, un posible viaje a España… Son varios los temas que el Papa Francisco ha abordado en el vuelo de regreso a Roma tras concluir el viaje de menos de 48 horas a Abu Dhabi.
En relación a la petición de Nicolás Maduro de que el Vaticano medie en la crisis venezolana, el Papa se expresó con franqueza: “Escuché antes del viaje que una carta de Maduro estaba llegando con valija diplomática. Aún no lo he leído, veremos qué se puede hacer”. A renglón seguido recordó que “para que una mediación tenga lugar, se necesita la voluntad de ambas partes, que ambas partes lo pidan”.
Así, puso sobre la mesa que “la Santa Sede en Venezuela estuvo presente en el momento del diálogo en el que participaron Zapatero y Mons. Tscherrig y luego continuó con Mons. Celli. Y allí nació un ratoncito. Ahora veré esa carta, veré lo que se puede hacer”.
“Pero con la condición de que ambas partes lo pidan. Siempre estoy dispuesto”, insistió y, a renglón seguido puso un ejemplo: “Cuando la gente va al cura porque hay un problema entre marido y mujer, primero va uno. Pero se pregunta: ¿la otra parte quiere o no quiere? Incluso para los países esta es una condición”.
Al ser preguntado por la denuncia realizada por Lucetta Scaraffia en Donne Chiesa Mondo sobre los abusos sexuales a religiosas por parte de clérigos, el papa Francisco admitió que “es verdad, es un problema. El maltrato de las mujeres es un problema. Me atrevería a decir que la humanidad aún no ha madurado: la mujer es considerada de ‘segunda clase’. Empecemos por aquí: es un problema cultural”.
“Es verdad, dentro de la Iglesia había clérigos que hacían esto. En algunas civilizaciones de una manera más fuerte que en otras. Ha habido sacerdotes y también obispos que lo han hecho. Y creo que todavía se está haciendo”, lamentó a la vez que realzó el trabajo que viene realizando la Santa Sede: “Hemos suspendido a algún clérigo, expulsado, y también – no sé si el juicio ha terminado – disolvemos a alguna congregación religiosa femenina que estaba muy ligada a este fenómeno, una corrupción”.
“¿Debería hacerse algo más? Sí. ¿Tenemos la voluntad? Sí, la tenemos”, se planteó Francisco: “Es un camino que viene de lejos. El papa Benedicto tuvo el valor de disolver una congregación femenina que tenía un cierto nivel, porque esta esclavitud, incluso la esclavitud sexual, había entrado en ella por parte del clero o por parte del fundador”.
La firma de la Declaración sobre la Fraternidad, un pacto de colaboración firmado entre el Papa y el gran imán de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed al Tayyeb, principal líder religioso islámico, ha sido el eje principal de este viaje. “El documento fue preparado con mucha reflexión y también orando”, explicó el Papa a los periodistas. “Para mí solo hay un gran peligro en este momento: la destrucción, la guerra, el odio entre nosotros. Si nosotros creyentes no somos capaces de darnos la mano, abrazarnos, besarnos e incluso orar, nuestra fe será derrotada”.
El Papa quiso dejar claro que el texto “no se ha movido ni un milímetro más allá del Concilio Vaticano II. Nada. El documento ha sido realizado en el espíritu del Vaticano II”. Y añadió: “Si alguno se siente mal, lo entiendo, no es algo cotidiano y no es un paso atrás. Es un paso adelante que viene de 60 años, el Concilio que debe desarrollarse. Los historiadores dicen que para que un concilio tenga consecuencias en la Iglesia se necesitan 100 años, estamos a medio camino. A mí también me ha pasado. Leí una frase del documento que me sorprendió y me dije: no sé si es segura. Sin embargo, ¡era una frase del Concilio!”.
En el saludo inicial a los periodistas, tras despegar de Roma, la enviada especial de Radio Nacional de España, Sagrario Ruiz de Apodaca, le interpeló a Francisco sobre un posible viaje a España: “Primero tienen que ponerse de acuerdo ustedes”, respondió Jorge Mario Bergoglio.
En el vuelo de vuelta, Ruiz de Apodaca preguntó en nombre de los periodistas al Papa sobre la posible mediación vaticana en Venezuela. Y fue, tras responder a esta cuestión, a modo de latiguillo y como signo de complicidad hacia a la periodista añadió: “Iré a España”.
En el vuelo de ida a Emiratos Árabes, Francisco exigió que que se respeten los acuerdos de tregua en Yemen y urgió a distribuir ayuda en el país. A la vuelta, el Papa se ha limitado a señalar que “es difícil dar una opinión después de dos días, y después de hablar sobre el tema con pocas personas. Diré que he encontrado buena voluntad para iniciar procesos de paz. Esto lo he encontrado como un denominador común en las cosas de las que hablé sobre situaciones de guerra”.