Salieron de Siria en 2012 y llegaron a Turquía en agosto de ese mismo año. Desde entonces, han estado en campos de refugiados hasta que, la última semana de enero, aterrizaron en España.
Esta es la historia de la primera familia que ha sido acogida por el Programa de Protección Internacional al que se ha unido la Orden de San Juan de Dios de León. El plan se había puesto en marcha por la Orden Hospitalaria en 2017 como respuesta a las necesidades de acogida e integración de las personas solicitantes de protección internacional en España.
Dolores Queiro, responsable del programa en León, explica a Vida Nueva que el equipo que integra el proyecto son “siete personas muy comprometidas con él” y con la esperanza de las 60 personas que se estima que serán acogidas después de haber vivido situaciones “realmente duras”, lo van “a conseguir”.
Facilitar la autonomía
El programa, “avalado por el Ministerio de Seguridad Social, Empleo y Migraciones”, tiene dos fases. La primera es “la de acogida”, que dura seis meses, mientras que la segunda tiene una duración de entre 12 y 18 meses “en casos de familias de extrema vulnerabilidad”.
En León hay seis “dispositivos”, es decir, seis viviendas dispuestas a servir de hogar a estas familias. Un refugio para empezar de nuevo. “La idea de esta primera fase es cubrir las necesidades básicas de alimento, ropa y vivienda”, así como todo lo relacionado con el “acompañamiento en el proceso jurídico y psicológico, ya que es normal que lleguen en situaciones de estrés postraumático”. El programa también contempla que se les facilite la inmersión en el idioma para lograr de forma más eficaz un mayor nivel de autonomía.
“En la segunda fase estas personas salen de los pisos y comienza la etapa en la que se les acompaña en todo el proceso de inserción socio laboral, la búsqueda más activa de empleo y de su propia vivienda”. A la vez, “se les sigue acompañando en temas jurídicos y psicológicos, pero ya desde su propia vivienda” y se continúa con las ayudas económicas.
Ilusionados por salir adelante
Esta primera familia que ha llegado a León consta de siete miembros: “papá, mamá y cinco niñas, una de las cuales tiene una diversidad funcional no diagnosticada que le impide la movilidad”. El saber qué tiene su hija y ver si puede mejorar es uno de los motivos, apunta Queiro, por los que “están tan emocionados”.
“Es una familia muy especial en la que están muy motivados, con muchas ganas y mucha esperanza”, dice Queiro, añadiendo que casi todas las niñas empiezan mañana el colegio. Sin embargo, también reconoce que “están muy cansados porque llevan deambulando casi siete años”, pero esto les ha hecho llegar “con muchas ganas de trabajar, incluso se emocionaron y no querían el dinero de la ayuda”.
“Emocionalmente están muy tocados”, añade, “pero el acompañamiento psicológico y el apoyo con el idioma para que consigan su autonomía son parte del proceso”.
Trabajar con la comunidad de acogida
En cuanto a la puesta en marcha del proyecto, Queiro reconoce que “el proceso de búsqueda de dispositivos no fue tan sencillo como uno esperaba”, por lo que se dieron cuenta de que “hay que trabajar mucho con la comunidad de acogida, León en este caso, dar a conocer el proyecto, cómo se puede colaborar y ayudar a estas familias, además de hablar con otras instituciones para saber cómo están trabajando”.
“Cuando quisimos iniciar el proyecto hubo de todo, desde comentarios negativos hasta mucha gente que todo lo contrario, nos llamaba para ofrecernos pisos”, subraya. Por este motivo, el próximo mes de abril se incorporará al equipo una persona especializada en vivienda que ayudará a estas familias a buscar su nuevo hogar.