Theodore McCarrick está viviendo quizá sus últimos días como sacerdote. El que fuera cardenal y uno de los hombres más influyentes de la Iglesia católica en Estados Unidos podría recibir en breve el máximo castigo que el Derecho Canónico contempla para un eclesiástico: la dimisión del estado clerical. Según ha podido saber Vida Nueva, la Congregación para la Doctrina de la Fe, encargada de juzgar los ‘delicta graviora’ (delitos más graves, entre ellos la pederastia), está a punto de cerrar el proceso a McCarrick, acusado de abusar sexualmente de tres menores y de varios seminaristas y jóvenes sacerdotes.
La reducción al estado laical de un antiguo miembro del Colegio cardenalicio, del que fue expulsado en julio por el Papa por abusos a un adolescente, es una medida sin precedentes en la historia moderna de la Iglesia. Será el mejor símbolo de que Francisco va en serio en su voluntad de limpiar la Iglesia de pederastas y encubridores antes de que se inicie la cumbre convocada en el Vaticano del 21 al 24 de febrero para hablar sobre cómo proteger a los menores dentro de las instituciones eclesiásticas. Representantes de las conferencias episcopales de todo el mundo están llamados a participar en esta inédita cita que debe marcar un punto de inflexión en la lucha contra la pederastia en la Iglesia.
No podrá recibir dinero de la Iglesia
McCarrick y sus abogados recibieron a mediados de enero toda la documentación relativa a las acusaciones y tuvieron dos semanas para presentar sus alegaciones. La información en su contra con que cuenta el antiguo Santo Oficio es tan clara que se espera que el proceso no se prolongue mucho más. Podría quedar resuelto en los próximos días. “Los tiempos son muy oportunos para la conferencia sobre abusos”, reconoce una fuente vaticana que pide mantener el anonimato.
Al ser dimitido del estado clerical, el que fuera arzobispo de Washington D.C. no podrá administrar los sacramentos, presentarse o vestir como un sacerdote ni recibir asignación económica alguna por parte de instituciones eclesiales. McCarrick, de 88 años, está recluido en un monasterio de Kansas, donde lleva una vida de oración y penitencia, como le exigió el Papa en julio al apartarlo del Colegio cardenalicio y suspenderle de cualquier ministerio público.