Entre las túnicas blancas típicas de los siete Emiratos Árabes Unidos, las sotanas blancas de sacerdotes y religiosos católicos pasan casi desapercibidas si no fuera porque estos llevan la cabeza descubierta. La minoría católica pasa desapercibida hasta en esto. Y, jurídicamente, los Emiratos ni siquiera constituyen una diócesis. Con nueve parroquias para todo el país, la vida religiosa se abre paso fundamentalmente a través de misioneros indios y filipinos que atienden a una comunidad formada, en su inmensa mayoría, por extranjeros.
Bajo el paraguas del Vicariato Apostólico de Arabia, con sede en Yemen y erigido en 1888, en los países de la península arábiga hay un sacerdote por cada 28.900 fieles católicos. Entre los variados países que componen la demarcación eclesiástica, Emiratos es un país pacífico en el que en las últimas décadas se han levantado nuevos templos, las autoridades colaboran con las minorías religiosas o han levantado una mezquita dedicada a María, la Madre de Jesús… pero con una acción misionera muy restringida a los migrantes que acogen los prósperos emiratos.
La presencia más destacada en los Emiratos, con un mandato papal de 1916, es la de los capuchinos –cuyo hábito marrón se vuelve blanco en la zona la mayoría de las veces–, con 65 religiosos en toda la península. Ellos han notado como a la espera del Papa se han multiplicado los asistentes a las celebraciones. La pequeña comunidad católica se ha volcado y todos se han implicado superando sus diferencias, ya que en Abu Dabi se organizan cada domingo unas 23 misas en 13 idiomas diferentes. Una de esas lenguas que resuena en la parroquia de san José, la catedral, es el español.
Comunidad hispana
Allí se celebra la misa con la comunidad hispana el primer sábado del mes desde hace unos ocho años y se organiza la catequesis de Primera Comunión. Además, cada semana un grupo de laicos ha promovido el rezo del rosario en comunidad, la creación de un coro –con una quincena de personas españolas, venezolanas, colombianas, ecuatorianas y mexicanas– o la constitución de grupos de formación bíblica.
El capuchino que impulsó esta comunidad, el filipino Troy de los Santos, destaca, en conversación con Vida Nueva, la movilidad que hay dentro del grupo de fieles: “El crecimiento continuo de la comunidad, en conjunto con la constante rotación de feligreses –mayoritariamente debida a los contratos laborales– ha generado una gran demanda de soporte espiritual”, algo que también condiciona a la hora de atender las peticiones y necesidades de la catequesis “debido a la limitada colaboración de la comunidad misma y al pequeño número de catequistas disponible es casi imposible atender todos los requerimientos”, lamenta el sacerdote. Y es que la catequesis es, a la vez, uno de los grandes retos y signos de esperanza para las comunidades cristianas de Emiratos. La cifra en Dubái parece increíble, a menos de 150 km. al norte de Abu Dabi, 9.000 niños acuden cada semana a la catequesis.
La Iglesia también impulsa una red de colegios que goza de gran prestigio en el país. Para atender el Instituto de secundaria Santa María, en el emirato de Fujairah, al noreste del país, llegaron los salesianos en 2007. “El colegio tiene dos planes de estudios, el indio y el británico, con 2.000 alumnos en total”, señala a esta revista Sagayaraj Philominathan, salesiano director del colegio y párroco de la localidad. Los cinco salesianos de la comunidad, todos provenientes de la India, se encargan de atender ministerialmente la escuela y la parroquia.
La comunidad cristiana de Fujairah cumple las características del resto del país: “Es una comunidad multinacional, multilingüe y también multi-ritual”, afirma el párroco. En el emirato viven “inmigrantes católicos de la India, Filipinas, Pakistán, Sri Lanka, de varias naciones africanas, de algunos países de habla árabe y también europeos”. Para toda esta comunidad “tenemos misas en todos sus idiomas y ritos”. Además, el futuro del cristianismo está asegurado ya que, confiesa Philominathan, hay “500 niños en catequesis” y cuentan con “muchos grupos de oración, muy activos en la parroquia”.