La 107ª Asamblea plenaria de obispos de Colombia ha finalizado este viernes 8 de febrero tras abordar diferentes tópicos de la actual coyuntura nacional. No en balde la temática central trabajada desde el 4 fue la política como expresión de la dimensión social de la evangelización.
Con el cierre de esta asamblea han surgido tres aspectos fundamentales para analizar el actual acontecer del país: construcción paz y reconciliación, lucha contra la corrupción, y promoción de la solidaridad, en especial con los marginados del país y los hermanos migrantes venezolanos.
Inspirados en las palabras de Francisco –en su encíclica ‘Evangelii Gadium’– los obispos han recordado que la misión de la Iglesia está centrada en la promoción integral de cada ser humano: “No se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo”.
Desactivar odios y venganzas
Los prelados mantienen su apuesta a la paz, la reconciliación y el perdón. Por ello han invitado a asumir el compromiso por la cultura del encuentro que “nos permite abrirnos a todos los colombianos, aceptar las diferencias y desactivar los odios y las venganzas”.
“Esta cultura del encuentro se fundamenta en la defensa de la vida, de toda vida, y en el rechazo del imperio nefasto de la muerte que se refleja especialmente en el terrorismo, en las diversas formas de violencia –incluso en las familias–, en el narcotráfico, en la inseguridad que se ha empoderado de los campos y las ciudades”, han asegurado.
Rechazo a acciones delictivas
En un fuerte llamado de atención, también han pedido a los guerrilleros del Ejército Nacional de Liberación (ELN) tener ‘una seria reflexión’ frente a las acciones graves que han emprendido, con las cuales, según los propios obispos, esta guerrilla “ha herido profundamente al pueblo colombiano y, sobre todo, ha roto el horizonte de confianza y de paz”.
Igualmente pidieron a las organizaciones armadas ilegales dejar a un lado los delitos en atención al clamor de los colombianos y “a tomar conciencia del rechazo general de la sociedad a la violencia que quieren imponer, y que impide el desarrollo armónico e integral de nuestras comunidades”.
La paz es un derecho
Respecto a la acción del Gobierno colombiano, han pedido “continuar la tarea de convocar a todas las fuerzas vivas del país para definir e implementar una política integral de paz” ofreciendo inclusive todo su apoyo en respaldar este propósito. Es un imperativo –aseguran los obispos– “seguir buscando las condiciones necesarias para llegar a una solución política del conflicto armado”.
Desde la CEC se ha afirmado que la paz es un derecho y una tarea de todos por lo cual “la sociedad entera debe asumir un papel protagónico en el esfuerzo por vencer toda forma de violencia en la vida cotidiana”.
Vencer el cáncer de la corrupción
El problema de la corrupción fue otro puntos de agenda en las conclusiones del episcopado colombiano, la cual “se ha incrustado en nuestra cultura; ha tocado la vida política, económica y social de nuestra patria, y la aceptamos insensiblemente”.
Este grave flagelo impide el progreso en las regiones y destruye la confianza en las instituciones, en este sentido recordaron que “el pueblo colombiano se ha pronunciado de diversos modos contra la corrupción, tenemos la oportunidad de avanzar en la lucha contra este cáncer de la corrupción y construir juntos el bien común”.
En un llamado para ejercer libre y responsablemente el derecho al voto en este año electoral pidieron vencer los vicios de la políticay, a su vez, han valorado el trabajo de tantos servidores públicos, políticos, empresarios y ciudadanos pulcros, honestos, verdaderos servidores, que “sienten y piensan en función del bien común”.
Solidaridad con los venezolanos
Finalmente, han resaltado el valor de la solidaridad y la equidad especialmente con los más pobres, marginados y migrantes, en los que la iglesia ha participado en obras importantes de promoción humana “tanto en momentos coyunturales como en procesos estructurados”.
Los obispos de Colombia invitan a “dirigir más la mirada hacia las regiones marginadas” para superar las profundas desigualdades habidas entre ‘hermanos de una misma nación’. A esto se suma la delicada situación de venezolanos en el país que “nos llama a una más generosa solidaridad”.