El salesiano Rossano Sala está convencido de que en el pasado Sínodo de los jóvenes “está en germen un posible Concilio Vaticano III”. El secretario especial del Sínodo ve en la dinámica sinodal del encuentro celebrado en octubre en Roma las bases para un cambio en la forma de trabajar en la Iglesia, si bien considera que “será necesario poner sobre la mesa la presencia y el papel de todos”.
Durante su conferencia en las Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional de CONFER, que se celebran en Madrid durante este fin de semana, Sala hizo hincapié en que “no se hace un Sínodo para autocomplacer a la Iglesia, sino para tener una Iglesia cada vez más sinodal y misionera”.
Así, se preguntó si este proceso sinodal se puede ver como una escuela para la pastoral juvenil vocacional. “Ciertamente no cabe duda”, se respondió: “El sínodo no ha concluido, no se trata de un acontecimiento sino como una dinámica cotidiana de la vida de la Iglesia”.
Es más, durante el turno de preguntas posterior, el secretario especial para el Sínodo dejo caer la posibilidad de una exhortación postsinodal. De esta manera, se borrarían las dudas que surgieron en algunos ámbitos eclesiales sobre una supuesta decisión del Papa de dar por concluido el Sínodo con el documento final aprobado por la asamblea de octubre. “Francisco está trabajando para continuar el camino abierto por el Sínodo”.
Durante su alocución, Sala se detuvo en algunos de los rasgos del debate sinodal y el documento final, entre ellos, la escucha “que tiene un valor teológico, antes incluso que pedagógico y pastoral”. “Muchas de las intervenciones repitieron que estamos llamados a recuperar, a través de la escucha, la capacidad empática para abandonar el propio punto de vista y entrar literalmente, en el punto de vista del otro, viendo y sintiendo las cosas a partir del corazón del otro”, señaló.
De la misma manera, reconoció que la Iglesia tiene una deuda de escucha hacia los jóvenes, pero también deuda de discernimiento que le ha impedido dar “razones para la esperanza” a esta nueva generación.
Por otro lado, admitió que “la todavía no convencida adhesión a la sinodalidad por parte de todos los padres sinodales, puesta de manifiesto en las votaciones finales, indica que existen resistencias que hay que superar”.
Así, puso sobre la mesa tanto el clericalismo y el centralismo que, según el salesiano, “interpretan la sinodalidad como una ‘pérdida de poder’ y una ‘pérdida de autoridad’”. Y añadió: “De lo que he podido percibir, me parece que en algunos ambientes todavía faltan las condiciones de base para un cambio auténtico”.
Entre los temas candentes que se plantearon en la asamblea sinodal, subrayó “la presencia y la acción de la mujer en la Iglesia”. Si antes “era visto como una tendencia aislada y reivindicativa”, durante el Sínodo se situó “dentro de la sinodalidad”. Sin embargo, Sala denunció “la sustancial ausencia, en la fase de escucha y de presencia en el Sínodo, de la vida consagrada femenina. Un gravísimo defecto y más sabiendo que representa alrededor de tres cuartas partes de la vida consagrada”.
Lamentó que todavía hoy no esté resuelta la participación de las superioras generales en el sínodo. “Es evidente que todo se resiente de esta deficiencia, que de una manera o de otras esperamos que pueda resolverse. No falta la voluntad de algunos, pero tampoco la resistencia de otros”, destacó, a la vez que dejó claro que es una preocupación del Papa.
Además, puso en valor la formación de los consagrada, un tema que calificó como “delicado y provocador” a la vez que “delicado”: “Hay que tomar decisiones también cualificadas y proféticas en esta dirección”.
El secretario especial del Sínodo recordó además que el tema de los abusos también estuvo muy presente durante el pasado mes de octubre en Roma. “Aquí hace falta trabajar, siendo conscientes de que también en la Iglesia existe una cultura del silencio y del encubrimiento, que hoy no tiene ninguna justificación”, sentenció. En este sentido, subrayó que los jóvenes se mostraron especialmente exigentes en esta materia en tanto que expresaron cómo “una Iglesia que encubre es una Iglesia corrupta”.