Hoy, 11 de febrero, se cumplen seis años de la histórica renuncia de Benedicto XVI. A dos meses de cumplir 92 años, el Papa emérito permanece hoy en el monasterio Mater Ecclesiae. Aprovechando esta efeméride, recordamos seis frases indispensables de Joseph Ratzinger.
- “Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un trabajador sencillo y humilde en la viña del Señor”. Estas fueron las palabras que dedicó al mundo tras haber sido elegido obispo de Roma.
- “¿No deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos solo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a Él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia… Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos”. Así se expresó en el Vía Crucis de 2005 en el Coliseo Romano.
- “En un lugar como este, las palabras fallan; al final, solo puede haber un silencio seco, un silencio que en sí mismo es un grito de corazón a Dios: ¿Por qué, Señor, permaneciste en silencio? ¿Cómo pudiste tolerar esto?”, expresó Benedicto XVI el 28 de mayo de 2006 en su visita al campo de concentración de Auschwitz.
- “La razón no se salvará sin la fe, pero la fe sin la razón no será humana. (…) No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”, dijo el entonces Pontífice durante su histórico discurso en Ratisbona en septiembre de 2006.
- “Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por si solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quien es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso a lazar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios”. Así lo dijo en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en agosto de 2011.
- “Gracias de corazón y pido perdón por mis errores”, dijo en su despedida como Papa el 28 de febrero de 2013.