“La recaída en antiguas herejías debe ser combatida con clara determinación”. Por eso, el cardenal Gerhard Müller, exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha publicado un manifiesto de fe ante la supuesta “creciente confusión sobre la doctrina católica” de la que alerta. Salto al ring para combatir animado por “muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos”, quienes le han pedido “dar testimonio público de la verdad de la Revelación”. Y en esta verdad recuerda que “los que mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido serán separados de Dios para siempre”.
Comienza su escrito recordando que el texto principal para orientar a los fieles de 2019 y que ha servido de base para su declaración es el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado en 1992 durante el pontificado de Juan Pablo II, pues el Catecismo “responde a los cuestionamientos de la dictadura del relativismo”. Y subraya que “la mediación de la fe está indisolublemente ligada a la credibilidad humana de sus mensajeros, que en algunos casos han abandonado a los que les fueron confiados, los han perturbado y han dañado gravemente su fe”.
Sobre la Eucaristía explica que para recibirla los fieles deben estar en gracia. “De la lógica interna del sacramento se desprende que los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante Dios, los otros cristianos, que no están en plena comunión con la fe católica como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada Eucaristía de manera fructífera porque no les trae la salvación. Señalar esto corresponde a las obras espirituales de misericordia”, explica. Y sobre el sacerdocio, el cardenal destaca que, asumir la no consagración femenina como una discriminación contra la mujer “solo muestra la falta de comprensión de este sacramento”.
El purpurado también se erige como voz de denuncia: “Los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de proclamar el Evangelio como maestros de la fe”. Y, concluye alertando que “ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras, al ‘precio de su apostasía de la verdad’; es el engaño del Anticristo”.
La ‘Declaración de Fe’ del cardenal Müller ha encontrado respuesta en el también purpurado Walter Kasper, su hermano de episcopado. Y es que el teólogo considera que el texto contiene “medias verdades” y promueve “confusión y división”. En un texto publicado en el portal katholisch.de, reconoce que el texto “contiene muchas declaraciones de fe que todo católico recto puede afirmar de todo corazón”, pero asegura que algunas de las verdades son tan ensalzadas qua hacen que otras se pierdan.
En concreto, Müller señala que “la confesión del Dios Trino es una diferencia fundamental en la fe en Dios y la imagen del hombre con respecto a otras religiones”. Sin embargo, Kasper se pregunta: ¿Pero no hay semejanzas, especialmente con los judíos y los musulmanes, en la fe en el único Dios y no son estos puntos en común hoy fundamentales para la paz en el mundo y en la sociedad?”. Y agregó: “¡Verdad a medias no es la verdad católica!”.
El cardenal indicó además que se sintió “totalmente horrorizado” al leer las palabras de Müller sobre el ‘fraude del Anticristo’ hacia el final de la declaración. “Esto casi literalmente evoca el recuerdo del argumento de Martín Lutero”, señaló. “Lutero también muy correctamente criticó mucho en la Iglesia. Pero la acusación del Anticristo era, como nuestros compañeros de diálogo luteranos dicen hoy, incluso entonces inapropiada”. Y se pregunta: “¿Hay un reciclaje de Lutero detrás del manifiesto? ¿Uno que correctamente defiende reformas en la Iglesia, pero quiere aprobarlas y derrotar al Papa? No quiero creer eso”, escribió el Cardenal Kasper.
El papa Francisco ha dirigido un videomensaje a la VII Cumbre Mundial de Gobiernos –World Government Summit–, reunida del 10 al 12 de febrero en Dubai, para desearles unos trabajos fructíferos. Les ha transmitido también su esperanza de que “muchos desiertos en el mundo puedan florecer. Creo que es posible, pero solo si crecemos juntos, abiertos y respetuosos, listos para asumir la responsabilidad de los problemas de todos, que son los problemas de todos en la aldea global”.
Asimismo, ha resaltado que estos días abordarán “cuestiones fundamentales, incluidos los desafíos de la política, el desarrollo de la economía, la protección del medio ambiente y el uso de las tecnologías”. Por eso, espera que “la pregunta detrás de las reflexiones no sea tanto ¿cuáles son las mejores oportunidades para ser explotadas?, sino ¿qué clase de mundo queremos construir juntos? Es una pregunta que nos lleva a trabajar pensando en los pueblos y en las personas más que en el capital y los intereses económicos; una pregunta que no mira al futuro inmediato sino al futuro”.
Francisco les ha recordado también que “no podemos hablar de desarrollo sostenible sin solidaridad”. “Incluso podríamos decir que lo bueno, si no es común, no es realmente bueno. Quizás nunca antes el pensar y actuar requieran un verdadero diálogo entre las partes, porque sin el otro no hay futuro para mí””, ha añadido.