“En la oración cristiana nadie pide el pan para sí, lo suplica para todos los pobres del mundo. No hay espacio para el individualismo en el diálogo con Dios”. El papa Francisco trató de enseñar a los fieles católicos cómo rezar mejor durante su alocución en la audiencia general que presidió este miércoles, 13 de febrero, en el Aula Pablo VI del Vaticano.
“La verdadera oración es la que se realiza en el secreto del corazón; es un diálogo silencioso, como un cruce de miradas entre dos personas que se aman: Dios y el hombre”, dijo Jorge Mario Bergoglio, destacando que resulta “imposible” fingir ante Dios.
En la oración no hay “ostentación de los propios problemas” ni tampoco presentación de cada uno como si fuera “el único en el mundo que sufre”. Al contrario, el cristiano debe rezar como miembro de una “comunidad de hermanos y hermanas” y teniendo en cuenta “todas las dificultades” de las personas que viven a su alrededor.
“Cuando cae la noche, le cuento a Dios los dolores que he encontrado durante el día”, dijo el Papa. “Si uno no se da cuenta de que alrededor hay mucha gente que sufre, si no se conmueve ante las lágrimas de los pobres, entonces significa que su corazón es de piedra”.
Francisco insistió en que el creyente cuando debe llevar consigo “a las personas y las situaciones que vive y hacer propios los sentimientos de Jesús, que siente compasión de cuantos encuentra en su camino”. También debe tener presentes a quienes no buscan a Dios, “porque Jesús no ha venido a salvar solo a los justos, sino a todos. No ha venido solo por los sanos, sino por los enfermos y pecadores”.