“Es bueno, en la liturgia como en otras áreas de la vida eclesial, no terminar en polarizaciones ideológicas estériles que a menudo nacen cuando, considerando sus ideas válidas para todos los contextos, asumimos una actitud de dialéctica perenne hacia aquellos que no las comparten”. De esta manera se ha expresado el papa Francisco hoy, 14 de febrero, a la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El Papa ha alertado de que “a partir del deseo de reaccionar ante algunas inseguridades en el contexto actual, corremos el riesgo de volver a caer en un pasado que ya no existe o de escapar a un futuro presunto”. Sin embargo, “el punto de partida es reconocer la realidad de la liturgia sagrada, un tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes, sino que debe ser recibido con docilidad y promovido con amor, como un alimento insustituible para el crecimiento orgánico del Pueblo de Dios”. Porque “la liturgia no es el campo del ‘hágalo usted mismo’, sino la Epifanía de la comunión eclesial”.
El Pontífice ha recordado que esta Asamblea llega en un momento significativo, pues se cumplen 50 años del dicasterio constituido por san Pablo VI para “dar forma a la renovación deseada por el Concilio Vaticano II”. “Se trataba de publicar los libros litúrgicos de acuerdo con los criterios y decisiones de los Padres Conciliares –ha continuado–, con el fin de fomentar, en el Pueblo de Dios, la participación ‘activa, consciente y piadosa’ en los misterios de Cristo”. Y es que “la tradición de oración de la Iglesia necesitaba expresiones renovadas, sin perder nada de su riqueza milenaria, incluso redescubriendo los tesoros de sus orígenes”.
No obstante, Jorge Mario Bergoglio ha recalcado que “no basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia. Hacer solo esto sería un engaño. Para que la vida sea verdaderamente una alabanza que agrada a Dios, es ciertamente necesario cambiar el corazón. La celebración cristiana está orientada a esta conversión”. Y ha añadido: “Este es también el propósito de su trabajo de hoy, destinado a ayudar al Papa a llevar a cabo su ministerio en beneficio de la Iglesia en oración”.
Para el Papa, “la tarea que nos espera es esencialmente la de difundir en el Pueblo de Dios el esplendor del misterio viviente del Señor, que se manifiesta en la liturgia. Hablar de la formación litúrgica del Pueblo de Dios significa, ante todo, tomar conciencia del papel insustituible que desempeña la liturgia en la Iglesia y para la Iglesia. Y luego, concretamente, ayudemos al Pueblo de Dios a internalizar mejor la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos y, a la luz de esto, a redescubrir su contenido y observar sus ritos”.
Asimismo, ha remarcado que “la formación litúrgica no se puede limitar a simplemente ofrecer conocimiento –aunque sea necesario– sobre libros litúrgicos. Y ni siquiera para proteger el cumplimiento obediente de las disciplinas rituales”. Al mismo tiempo ha invitado a una formación continua, porque “sabemos por experiencia que, además de la inicial, es necesario cultivar la formación permanente del clero y los laicos, especialmente aquellos que están involucrados en los ministerios que sirven la liturgia”.