“Tener fe consiste en confiar totalmente en el Señor, derribar ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero”. Lo ha recordado hoy el papa Francisco durante el rezo del ángelus, invitando a reflexionar sobre el significado profundo del evangelio de las Bienaventuranzas, según san Lucas, que proponía la liturgia dominical.
Bergoglio ha recordado a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro que solo Dios “puede dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada y difícil de alcanzar”. Y ha advertido contra quienes “se proponen a sí mismos como dispensadores de felicidad: prometen éxito en poco tiempo, grandes beneficios al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema…”. Porque ha reconocido que es fácil pecar contra el primer mandamiento y reemplazar a Dios por un ídolo: “¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos -ha dicho-, pero en realidad son de todos los tiempos!” y “describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos”.
Más allá de las apariencias
Antes, el Papa ha reparado en las “cuatro advertencias” recogidas en el texto evangélico, encabezadas por la expresión “ay de vosotros”. Palabras “fuertes e incisivas”, con las que Jesús nos llama a abrir los ojos y a participar de su mirada, que va “más allá de las apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las situaciones con fe”. Un Jesús que “bendice a los pobres, los hambrientos, los afligidos, los perseguidos; y amonesta a los ricos, saciados, los aclamados por la gente…”.
En opinión de Francisco, “la razón de esta felicidad paradójica radica en el hecho de que Dios está cerca de los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud“. Y ese “ay de vosotros” se lo dirige a quienes “hoy se lo pasan bien, para ‘despertarlos’ del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor…”.
Llamada a la felicidad
Por todo ello, la liturgia de hoy, domingo 17 de febrero, es una invitación a “cuestionarnos a nosotros mismos y hacer verdad en nuestros corazones” esa “llamada a la felicidad, a ser bendecidos” que nos hace Jesús. “Somos felices -ha añadido el Papa- si nos reconocemos en la necesidad de Dios y si, como él y con él, estamos cerca de los pobres, los afligidos y los hambrientos”.
Según Francisco, las Bienaventuranzas contienen un”mensaje decisivo”, que nos anima a “no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo, los profesionales de la ilusión“. Al contrario, “el Señor nos ayuda a abrir los ojos, a adquirir una visión más penetrante de la realidad, a sanar la miopía crónica que nos contagia el espíritu mundano”. Solo así reconoceremos “lo que realmente nos enriquece, nos satisface, nos da alegría y dignidad. En resumen, lo que realmente da sentido y plenitud a nuestras vidas”.
Oración por la cumbre sobre los abusos
Al término de la plegaria, el Papa ha querido tener un recuerdo para el encuentro que, desde el próximo jueves 21 y hasta el domingo 24, reunirá en el Vaticano a los presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo para abordar el tema de la protección de los menores en la Iglesia. “Les invito a orar por este evento -ha exhortado-, que he querido que sea un ejercicio de gran responsabilidad pastoral ante un desafío urgente de nuestro tiempo”.