El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, visitó España el pasado 4 de febrero para ofrecer una conferencia sobre santuarios y peregrinaciones en el marco de las jornadas ‘La religiosidad popular, ámbito evangelizador’, organizadas por la Facultad de Teología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Antes, estuvo en El Rocío, donde presidió los actos de la Fiesta de la Candelaria. Minutos antes de coger el avión rumbo a Roma, el prelado charla con Vida Nueva sobre la actualidad de la vida de la Iglesia.
PREGUNTA.- ¿Es la religiosidad popular uno de los principales caminos que la Iglesia tiene a su disposición para atraer a los alejados?
RESPUESTA.- Sí, la piedad popular es una etapa muy importante en el proceso de evangelización. Es algo que nuestro pueblo percibe como esencial en su vida. Por eso me gusta hablar de espiritualidad y no de piedad o de religiosidad popular. Es una forma de espiritualidad porque allí está la expresión de la fe más simple, la expresión vivida por el pueblo. Siempre tenemos la tentación de racionalizar todo, pero la fe no se puede racionalizar, la fe tiene como contenido central el misterio. Y este misterio tiene que ser vivido. La dimensión de la espiritualidad popular tiene que ser, no solo respetada y conocida, sino también sostenida.
P.- Benedicto XVI, durante su pontificado, hizo bandera de la nueva evangelización. Ahora, Francisco habla de la Iglesia en salida. ¿Es un cambio de lenguaje para hablar de lo mismo o una renovación de un concepto que se ha quedado caduco?
R.- Para comprender la nueva evangelización tenemos que remontarnos a Juan Pablo II. La primera vez que el Papa habló de la nueva evangelización fue en 1970, al volver a Cracovia. En una homilía, al mirar a la cruz, dijo que teníamos necesidad de una nueva evangelización. En esta intuición profética expresó la responsabilidad que tenemos con la evangelización. Benedicto XVI, con la fundación del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, que tiene 9 años, pensó que lo más importante para continuar la intuición de Juan Pablo II era una acción pastoral concreta especialmente dedicada a las iglesias de antigua tradición cristiana.
Ahora el papa Francisco, desde el primer día de su pontificado, nos dice que toda la Iglesia debe estar en salida, es decir, en una situación concreta de evangelización, y, como primer responsable de la evangelización, se hace peregrino en todos sus viajes pastorales. Sí me gustaría advertir que la evangelización no hace a los creyentes mejores que los otros; solo los hace más responsables, porque anunciar el Evangelio no da prestigio; es una responsabilidad de fidelidad al Evangelio y a Jesucristo.
P.- ¿Cómo vive los ataques al Papa y a su pontificado?
R.- Unas críticas son válidas, pero otras están instrumentalizadas. En la Iglesia, como nos enseña el papa Francisco, hay que hablar claramente, con parresía, pero los ataques al sucesor de Pedro no pertenecen a la dimensión de la fe, de la vida comunitaria y eclesial ni de la comunión. Si hay personas que no perciben la profundidad del pontificado, que lo digan, pero esto no puede convertirse en un ataque personalizado contra el Santo Padre. La discusión y la crítica siempre es aceptable, pero la el disenso a la hora de vivir la comunión no puede ser aceptado.