Entrevistas

Federico Lombardi: “Sin llegar al fondo, no recuperaremos la credibilidad”





“Si no logramos ir hasta el fondo en la cuestión de los abusos, no recuperaremos la credibilidad y la pureza de la misión de la Iglesia”. A sus 76 años, al jesuita Federico Lombardi le ha llegado una nueva responsabilidad: coordinar el encuentro sobre protección de los menores en la Iglesia que se celebra en el Vaticano del 21 al 24 de febrero. Será una cumbre inédita en la que participarán 115 presidentes de conferencias episcopales, 20 representantes de las Iglesias orientales, superiores de congregaciones religiosas masculinas y femeninas y varios jefes de dicasterios de la Santa Sede. “Seremos entre 170 y 180”, dice Lombardi, que considera la cumbre un “paso muy importante en un largo camino” que debe llevar a tomar conciencia de que “no hay zonas del mundo” inmunes a la pederastia eclesial.

PREGUNTA.- El Papa pidió a los participantes que antes de acudir a Roma se vieran con víctimas de abusos en sus países. ¿Lo han hecho?

RESPUESTA.- La invitación del Papa pretendía que los participantes tuvieran una experiencia viva sobre la que se base la reflexión. A cada uno se le ha dado libertad, no es que vayamos a controlar si se han reunido o no con víctimas. Hay, además, que tener en cuenta que es una cuestión muy reservada. Tenemos mucha confianza en que los participantes se hayan tomado en serio esta invitación y que la hayan puesto en práctica, aunque probablemente muchos ya lo habían hecho antes. Esta indicación tendrá un impacto significativo en el modo y en el clima con el que se desarrolle el encuentro. Es importante que los participantes tengan las conversaciones con las víctimas en sus propios países para entender cómo es el problema en su cultura. Si los juntas aquí en Roma para escuchar a una víctima de, por ejemplo, Estados Unidos, muchos seguirán pensando que el problema es solo de Estados Unidos.

P.- ¿Usted personalmente se ha reunido con víctimas?

R.- Sí. Lo considero algo íntimo y reservado y no tengo un gran deseo de hablar de ello, pero evidentemente es un modo importante para entender en profundidad cómo estas situaciones dejan heridas que requieren tiempo y un largo proceso para ser curadas y superadas. La percepción, ciertamente, cambia. Una cosa es leer sobre una situación y otra es estar implicado emocionalmente. La escucha de las víctimas y la comprensión de la profundidad del problema es un punto de partida para afrontar seriamente esta realidad. Si no, se permanece en un nivel más frío, distante y sin entender su profundidad.

P.- ¿Habrá algún documento final del encuentro?

R.- No creo que haya un documento final. Estará, eso sí, el discurso final del Papa y luego habrá que ver si dentro del convenio se da algún material específico a los participantes, para que vuelvan a sus países con un material de todo lo que han escuchado. La reflexión sobre el problema continuará aquí en Roma con los dicasterios implicados. Las aportaciones de los cuestionarios entregados a los participantes son muy valiosas. Habrá que añadir también el contenido de las relaciones y de los grupos de trabajo.

P.- ¿Teme que la crisis de los abusos acabe monopolizando el pontificado de Francisco?

R.- Esta es una pregunta que yo os haría a vosotros, periodistas. ¿Os parece que el modo en que se tratan algunos temas es del todo objetivo o hay desequilibrios a la hora de hablar de determinados temas? Es una reflexión que todos deben hacer. Yo, personalmente, vivo los abusos como una prueba de nuestra capacidad para entrar en profundidad en el camino de renovación y de reforma. Estamos frente a cuestiones graves que tienen que ver con el mal y su presencia en el mundo y en la vida de las personas. Debemos intentar ir hasta el fondo para encontrar las causas, las manifestaciones y los remedios.

Francisco relaciona el abuso sexual con el de poder y de conciencia, con el ejercicio de la autoridad y de las relaciones dentro de la Iglesia. Es verdad que es una cruz y algo doloroso sobre lo que nadie quiere hablar. No es divertido, por eso se trata de esconder. Pero si queremos ir en profundidad, debemos reflexionar sobre cómo se llegan a cometer estos crímenes para ver cómo pueden ser combatidos y prevenidos. Hace falta una reforma de cada uno para entender que los sacerdotes deben ser verdaderamente santos.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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