“A medida que la religión se concibe de manera positiva por su contribución a la sociedad, los Estados no son más laicistas sino laicos: la reconocen, la promueven y la tutelan. Lo contrario pasa factura”. Con esta premisa, el cardenal emérito de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, defendió esta tarde que la base de la libertad religiosa la puso Jesús con aquel “Dad a Dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César”.
Martínez Sistach participó en el Foro de Encuentro Interdisciplinares ‘Derechos Humanos y Libertad Religiosa’ promovido por la Fundación Pablo VI en el que también tomaron parte el presidente de la Comisión Islámica en España, Riay Tatary, así como el presidente de la Federación de Comunidades Judías en España, Isaac Querub.
En el acto, también intervino la directora general de Relaciones con la Confesiones, Ana Gallego. “La libertad religiosa no se proclama desde la religión sino desde el Estado. Desde ahí, es una profunda declaración de intenciones en sí misma”, señaló Gallego, que desde ahí defendió “la neutralidad del Estado: la labor del Estado es crear las condiciones para que las religiones se desarrollen en la máxima igualdad”.
En un encuentro moderado por el letrado del Tribunal Supremo, Raúl Cancio, el purpurado catalán comentó cómo en las religiones se encuentra la fundamentación de los derechos humanos: “Para un cristiano respetar la dignidad del otro es respetar a Dios, por eso vulnerar cualquier derecho de la persona es ir contra Dios”.
Sobre el marco de la libertad religiosa en la Constitución, Martínez Sistach defendió la actual “laicidad positiva y abierta, en el sentido de que no va en contra y valora la cooperación con todas las religiones con criterios de igualdad”. “Con aquel acuerdo, los constituyentes acabaron con las dos Españas –la laicista y la confesional– y atendieron la demanda de aconfesionalidad que los propios obispos habían solicitado”, recordó.
“Siempre la ha habido y siempre habrá una demanda espiritual en la sociedad y ha sido decisiva en la construcción de la sociedad y del progreso”, explicó Isaac Querub. En esta misma línea manifestó que “todo esto pone en tela de juicio, aunque los que se ponen en contra de la religión siempre hacen más ruido que aquellos que viven su espiritualidad”. Por eso, reivindicó la defensa de los derechos de las minorías: “Aunque se ha avanzado, nos queda mucho por andar”.
Riay Tatary subrayó cómo “el siglo XXI va a ser el siglo de manifestación de la religiosidad, por la globalización. Aunque la globalización tiene muchas contradicciones también ha puesto de manifiesto el conocimiento mutuo de las religiones”.
El rostro visible de la comunidad islámica española reflexionó además sobre la importancia de la convivencia: “El extremismo lo hemos sufrido todas las religiones y hoy hace falta reavivar el diálogo no solo de las creencias sino desde la cooperación, desde el trabajo conjunto en derechos humanos. El diálogo genera respeto permanente y es un imperativo para la religión islámica”. De la misma manera reclamó que “para que haya una verdadera libertad religiosa y para proteger la convivencia, es necesaria la formación religiosa para todos los alumnos”.