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Nathan W. O’Halloran: teólogo y boxeador ad majorem Dei gloriam

  • Frente a los católicos que ven en el combate una forma de violencia, el jesuita defiende que “enseña disciplina e ingenio”
  • Su entrenador es el teólogo Brian Daley, galardonado con el Premio Ratzinger de 2012





El jesuita Nathan W. O’Halloran es alumno de los curso de doctorado de la Universidad de Notre Dame en Indiana (Estados Unidos), histórica institución regentada por la congregación de la Santa Cruz. Aunque esta semana ha dejado los libros de Dogmatica un poco apartados para concentrarse en el ring ya que compite dentro de los torneos amateur de boxeo de la Universidad.

Quien le ha animado a emprender este camino es el también jesuita Brian Daley, profesor de teología y de historia, de hecho ha sido distinguido con el Premio Ratzinger en 2012. Además de sus clases es uno de los entrenadores del ‘Bengala Bouts’, el equipo del ateneo. Una propuesta deportiva y educativa puesta en marcha en 1920 para buscar la integración de los jóvenes con más dificultades.

El jesuita hace tres años fue el primer sacerdote en competir en la categoría de pesos pesados llegando a una disputadísima final, según cuenta la revista estadounidense ‘America’. Para él es un “honor” unir su condición sacerdotal a los valores del boxeo y a un club que se ha distinguido por potenciar el valor educativo e integrador del deporte; pero es consciente de que “mucha gente se opone a que alguien, y mucho menos un sacerdote católico, se involucre en lo que ellos ven como un ejercicio de violencia recreativa”.

Nathan W. O’Halloran preparado para el combate. Su apodo es ‘Modo sacerdote’

La ascesis y la voluntad

Mientras se prepara para participar en este torneo benéfico, Daley, por su parte, destaca que “el boxeo es, en primer lugar, un deporte de habilidad, que enseña disciplina e ingenio y fortalece el valor y la inteligencia”. Por eso está de acuerdo con el boxeador George Foreman, un ex campeón mundial de pesos pesados, cuando afirmó: “El boxeo hace que los niños sean menos violentos porque les enseña a controlar sus emociones, su ira y su miedo”. Esto ha experimentado el teólogo en el cuadrilátero.

Enfundarse los guantes, para el jesuita es sintonizar con la ascesis que predica san Pablo o la voluntad de la que habla santo Tomás. Aunque estas afirmaciones pueden ser controvertidas para quienes ven en el deporte o mero entrenamiento muscular o la antesala de la violencia. “Me esforzaré por luchar, como estoy llamado a hacer en todas las cosas como jesuita, ad majorem Dei gloriam”, sentencia O’Halloran.

Otro jesuita, el moralista Richard McCormick ya apareció en los 60 en las páginas de la revista ‘Sports Illustrated’ haciendo crónica boxística. Para él, “la Iglesia católica no se ha pronunciado oficialmente sobre la moralidad del boxeo profesional”, pero que los teólogos tienen cada vez más dificultades para defenderla. El respeto por el oponente se impone como clave para desentrañar la intencionalidad moral.

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