“Esta tormenta no va a pasar de largo”. Bajo esta premisa, la religiosa sor Verónica Openibo superiora general de la Sociedad del Santo Niño Jesús, vertebró su intervención en la cumbre antiabusos que hasta mañana se celebra en Roma y en la que participan los presidentes de todas las Conferencias Episcopales del planeta convocados por el Papa Francisco. Se trataba de una intervención histórica en tanto que por primera vez se daba voz y presencia a toda la cúpula de la Unión de Superioras Generales en un encuentro vaticano de este cariz.
La religiosa nigeriana vertebró su ponencia en torno a la urgencia de que la Iglesia adopte una actitud “proactiva” a través de “procesos más eficaces y eficientes” para luchar contra la pederastia y poner en el centro a las víctimas, si bien partió para ello de un análisis de la realidad libre de anestesias o edulcorantes. “La transparencia debería ser la marca de fábrica de la misión”, expuso la religiosa nigeriana, que llamó a no concentrarse “en el miedo o la vergûenza” sino en “la misión de la Iglesia de servir en integridad y justicia”.
“En muchos países, muchas Conferencias Episcopales han actuado bien, pero necesitamos más ejemplos”, expuso a la vez que se mostró esperanzada en el que Iglesia pueda “cambiar con gran determinación ante las denuncias, sosteniendo a las víctimas, para acompañarlas y proteger a los niños y adultos vulnerables”.
“Un momento de crisis y vergüenza”
No dudó en poner sobre la mesa el polémico caso de Barros y Karadima en Chile para dirigirse al Papa: “Le admiro hermano Francisco, porque desde el discernimiento jesuítico fue capaz de cambiar de idea, pedir perdón y tomar medidas”.
“El hecho de que muchos acusen a la Iglesia de negligencia es inquietante”, apreció, dando veracidad a estas acusaciones. “Vivimos un momento de crisis y de vergüenza”, sentenció Openibo remitiéndose a la oscarizada película “Spotlight” para reforzar su argumento: “Cuando vi el nombre de las víctimas y la cuantiosa suma de las indemnizaciones, derramé lágrimas de dolor: ¿Cómo la Iglesia pudo callar?”.
La máxima responsable de la Sociedad del Santo Niño Jesús condenó la negación de las acusaciones por parte del clero, mostró su “rabia por el engaño y el encubrimiento”. “Nos jactamos de ser los guardianes de los valores morales y de buena conducta de la sociedad”, señaló utilizando un plural mayestático evitando dejar la pelota únicamente en el tejado de los obispos. ““Digo nosotros, no los miembros de la Iglesia”, apelando a la responsabilidad de todos, laicos y consagrados, ante “las atrocidades” de los abusos. “La posteridad nos juzgará”, apostilló.
“Buscar la sanación”
“Debemos reconocer nuestra vulnerabilidad, actuar, reaccionar ante los desafíos que se presentan en el mundo de los jóvenes y las personas vulnerables”, señaló, con el fin de que “la Iglesia sea una madre que cuida de los pequeños”.
Desde su experiencia en Roma, en Estados Unidos y en Nigeria, donde fue presidenta de todas las religiosas del país, expuso algunos de los casos que ha visto en primera persona, incluidos abusos a religiosas para reclamar una y otra vez que “tenemos que encarar este problema y buscar la sanación de las víctimas”.
A partir de ahí lanzó una cuestión al auditorio: “¿Es difícil pasar del escándalo a la verdad? ¿Cómo quitarnos las máscaras de nuestra escandalosa negligencia?”. “Debemos profundizar más en el concepto de justicia con compasión”, se respondió Openibo.
“Mi corazón sangra por las víctimas”
“Es verdad que como Iglesia creemos en la conversión”, reflexionó la religiosa, pero esto no puede crear un dilema o convertirse en “excusas” para “respetar a algunos sacerdotes a favor de su edad avanzada y de su posición jerárquica. Es inaceptable. Podemos sentir lástima, pero mi corazón sangra por las víctimas que han vivido con sentido de culpa y vergüenza a causa de sus reiteradas violencias”, aseveró para sentenciar: “Les consideraron personas y no solo objetos”.
Así, la religiosa fue enumerando acciones concretas que pasan desde la necesidad de sacar a la luz pública todos los casos, la urgencia de tener conversaciones valientes en el tú a tú cuando se sospecha de un caso, hasta poner al servicio los medios de comunicación, desde la prensa al cine, para promover una nueva cultura afectiva y sexual. De la misma manera, la monja nigeriana instó a crear comisiones interdisciplinares de investigación y acompañamiento lideradas por laicos, así como mejorar la formación de los consagrados.
“Me preocupa cuando veo en Roma a los seminaristas más jóvenes tratados como si fueran especiales, asumiendo desde el principio de su formación ideas exaltadas respecto a su estatus”, alertó sobre este aspecto, a la vez que también llamó a mejorar los procesos de elección de los candidatos al Episcopado a través de “una evaluación honesta”.