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El cardenal Pell, condenado oficialmente por agresión y abuso sexual





La corte australiana de Melbourne ha declarado culpable al cardenal George Pell, de un delito de agresión y de otros cuatro cargos de abuso contra dos monaguillos que entonces tenían 12 y 13 años, por unos hechos ocurridos en la sacristía de la Catedral de San Patricio de Melbourne en los años 90.

Según recoge el auto judicial, Pell habría violado a uno de ellos y abusado sexualmente en el prestigioso colegio católico St. Kevins en 1996, después de oficiar una misa como arzobispo de Melbourne.

Aunque el veredicto fue adoptado el pasado 11 de diciembre, no se ha conocido hasta ahora debido a la confidencialidad con la que la Justicia australiana ha querido llevar el caso precisamente para proteger la presunción de inocencia de Pell. El cardenal, actualmente en libertad condicional, se enfrenta a una pena máxima de diez años de prisión.

En excedencia

Pell, que actualmente tiene 77 años, todavía es el máximo responsable de las finanzas del Vaticano como prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede, aunque “en excedencia” solicitada por él mismo para hacer frente a este juicio.

De esta manera, el que fuera arzobispo de Sidney se convierte en el clérigo de más rango en la Iglesia, en tanto que ocuparía el número 3 dentro del “staff” vaticano. La sentencia se ha dado a conocer ni tan siquiera 48 ahoras después de que el Papa Francisco clausurara la histórica cumbre antiabusos en la que han participado 190 responsables de la Iglesia.

Recurso de apelación

El purpurado negó desde el inicio tales acusaciones, pero el tribunal australiano le ha condenado después de un largo periplo judicial. “El cardenal George Pell siempre ha mantenido su inocencia y continúa haciéndolo”, defienden sus abogados, que presentarán un recurso contra el dictamen judicial, el que subrayan que se han desestimado otros cargos que se imputaban al cardenal.

De los dos monaguillos que denunciaron al purpurado. El otro, a través de un comunicado, ha expresado que “como muchos supervivientes, he experimentado vergüenza, soledad, depresión y dificultades. Como a muchos supervivientes, me llevó años comprender el impacto que tuvo en mi vida”. La víctima, que habla del purpurado como un “monstruo”, es consciente de que su calvario continúa en tanto que el proceso judicial “aún no ha terminado”.

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